El sorpresivo resultado adverso en el poniente del Valle de México anticipó la disputa sucesoria en la coalición gobernante. Los hechos no son para menos, se perdió no solo el poniente de Ciudad de México, incluyendo la zona conurbada del Estado de México, sino que prácticamente en todos los centros metropolitanos del país hubo un resultado adverso. El presidente López Obrador lo asoció a las manipuladas clases medias. Otros se refirieron a desencuentros en la designación de candidatos o deficiente operación política. El saldo fue la defenestración de Gabriel García del círculo cercano y la declaratoria de guerra a Ricardo Monreal por parte de los duros puros.
El Presidente se volvió parte del problema al adelantar los tiempos sucesorios y excluir a Monreal, su operador más eficaz en el Congreso. En pocas semanas quedó evidente el desarreglo y el inicio de una guerra intestina, incluyendo a Ebrard lastimado por las investigaciones de la Línea 12 del Metro. El operador político del Presidente, Julio Scherer, desgastado por la agenda legal e insistiendo en su relevo. Una secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, a la que ni sus subordinados tomaban en serio.
Los resultados de la elección intermedia, a pesar del triunfo en las gubernaturas, revelaron la fragilidad electoral del lopezobradorismo. El partido del Presidente perdió donde importa si se piensa en 2024. Además, fueron muchos los triunfos cerrados y con intervención del crimen organizado. López Obrador es el operador electoral más eficaz que haya habido. Entiende y sabe que no obstante su popularidad, hay tormenta en el horizonte, aunque se ganen gubernaturas y alcaldías, como seguramente acontecerá en los años previos a la elección presidencial.
López Obrador hizo creer —y le resultó— que había ganado la elección en el Congreso, como si los legisladores petistas y verdes le pertenecieran. Además, el entendimiento con el PVEM y el PT es endeble, más si se piensa en 2024, ya que a esos partidos les resultaría mejor ir con un candidato popular —Ebrard o Monreal— que en coalición con Morena.
El Presidente hizo ajustes relevantes. Finalmente, dejó que Julio Scherer fuera relevado en la Consejería Jurídica de la Presidencia con un perfil estrictamente técnico. Lo más importante fue el cambio en la Secretaría de Gobernación, doña Olga Sánchez Cordero regresó al Senado en su condición de Presidenta, decisión operada con acierto por Monreal y llegó Adán Augusto López, gobernador de Tabasco y hombre de toda la confianza del Presidente, para hacerse cargo de la conducción de la política interior.
Aunque el Presidente persiste apuntalando a su favorita Claudia Sheinbaum, la operación política al interior del grupo en el poder ha permitido construir, por el momento, unidad y cohesión. Los tres prospectos de candidatos pueden darse por satisfechos al contar con un operador confiable, cuidadoso y muy próximo al Presidente. También se ha avanzado en el diálogo con la oposición y en el Congreso. Falta trabajar con la Corte, los empresarios, el INE y especialmente resolver el desencuentro entre la Fiscalía General de la República y la UIF.
Federico Berrueto
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