La gran mayoría de los ciudadanos mexicanos, que votan y deben decidir qué rumbo lleva nuestra nación, no tienen idea de qué diablos es eso de los pidiregas.
En verdad, es algo que no tendrían por qué conocer si hubiéramos tenido un gobierno cercano al pueblo y de verdad transparente con los dineros y bienes que son patrimonio conjunto de todos los ciudadanos y de nuestros hijos y nietos.
Agárrense los amables lectores a su respectiva silla y, por favor, no pierdan la serenidad.
Pidiregas, de acuerdo con la genial invención de quienes han manejado nuestros dineros públicos por los últimos 40 años, quiere decir: “proyectos de inversión diferidos en el registro del gasto”.
¿Ah, verdad? México tenía, en su rectoría económica según nuestro Pacto Nacional, dos fuertes entidades estratégicas para su desarrollo propio, “sin hostilidades ni exclusivismos”, ni muros: PEMEX y la CFE.
Habría que añadir también a Fertimex; que garantizaba a los agricultores graneros, precios subsidiados a los fertilizantes nitrogenados, para que a su vez fueran la base de ofrecer subsistencias populares al pueblo mayoritario a buen precio.
CFE, que ni es empresa ni de clase mundial, cumplió gloriosamente un papel histórico en la electrificación de todos los rincones del territorio nacional en los años 1938 a 1980.
Pero llegó el Consenso de Washington, que nosotros nunca consensamos, y se impuso la nueva “fase histórica” de cómo los mexicanos debíamos desarrollarnos por indicaciones de ahí donde dijimos: pura soberanía.
Así llegó la hora de desmantelar las columnas centrales del desarrollo “anticuado” de la economía propia: 40 años de 1940 a 1980 creciendo a tasas promediadas de seis por ciento anual. Desmantelarlas y saquearlas, para que los grandes empresarios no tengan que pagar impuestos, “y así generen empleos productivos” y avance la economía nacional (al dos por ciento anual, según el INEGI, desde 1982 a 2018).
En ese periodo de 1982 a 2019 tanto PEMEX como CFE han pagado al fisco federal mucho más de sus utilidades brutas en el cierre primario antes de impuestos: las únicas empresas del mundo que pagan más impuestos que sus utilidades.
Así han ido perdiendo patrimonio propio y endeudándose. Como el gobierno las saqueaba, la fórmula es muy simple: “endéudate para tus proyectos de inversión, pero eso queda diferido en el registro del gasto”. O sea: pidiregas; o sea: perversión financiera.
Hoy ambas empresas están en terapia intensiva; y las autonombradas “calificadoras” les tienen etiquetada una mala calificación. No podrán endeudarse. Mejor.
La nota reciente es la penosa situación financiera de la CFE: entre otras cosas venía subsidiando de manera irracional la aportación de energías limpias, mayoritariamente eólicas (intermitentes) de empresas privadas extranjeras con vientos del Istmo.
Sólo de intereses para cubrir pidiregas tiene un pasivo anual de nueve mil millones de pesos. La deuda, que mayoritariamente fue contratada en dólares, aparece crecida en la contabilidad con pesos devaluados.
Pero “para los toros del Jaral los caballos de allá mesmo”. No más deuda. Sí más gasolina mexicana y más electricidad propia.
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