Hace unos días platicando a través de redes sociales con una buena amiga, me decía que se siente muy atribulada porque no ha podido ver a su familia desde hace cinco meses.
Nostálgica por el abrazo que es tan necesario para alimentar el alma, recordó que su cumpleaños y el día de las madres estuvo lejos de su mamá y hermanas, ya que su trabajo es en otra ciudad, y aunque hubiera podido visitar a sus seres queridos esta pandemia se lo impidió.
La leía y entre líneas podía sentir su desesperación por volver a ese pasado que según sus palabras no supo valorar.
Si bien hemos perdido la libertad de andar donde nos plazca, creo también deberíamos meditar en los aprendizajes, que nos ha dejado este virus que nos ha encerrado en casa.
Tenemos dos opciones: una es hundirnos en la pérdida sin querer enfrentar un duelo, dando cabida a la auto-conmiseración, y la segunda es ver esto como una experiencia que nos trae un sinfín de enseñanzas.
Si tan sólo nos diéramos la oportunidad de vivir el duelo en cada pérdida, de sentirlo, de dejarlo fluir, aprenderíamos que al final de cada proceso el mundo es más maravilloso.
Hay tanto enojo acumulado, tanta frustración que empaña nuestra vista que no distinguimos las grandes riquezas que tenemos a nuestro alrededor.
Lo que son las cosas, justo cuando escribía esta columna, una niña de aproximadamente 10 años, tocó a la puerta para pedir algo de comer, porque a su mamá no le habían pagado sus clientas los productos de belleza que les había vendido.
Ella traía en sus brazos a su hermanita de dos años.
Y es que según la pequeña, sólo habían desayunado, al ver a su mamá llorar porque no tenía para darles de comer, bajo la noche fresca y lluviosa, salió a tocar puertas para darle de cenar a su hermanita, que lloraba por un poco de alimento.
La vida nos pone pruebas para saber de qué estamos hechos, la niña al ver a su madre derrotada, salió a buscar ayuda, no se rindió. Esa niña ya aprendió a luchar por su familia.
La familia es el alfa y el omega, el yin y el yang. Si hoy fuera el último día de su vida, ¿qué estaría dispuesto hacer por su familia? La vida está llena de riesgos y posibilidades, usted decide.