En estos tiempos de pandemia, es casi imposible no escuchar o leer algo relacionado con el virus que ha cambiado nuestras vidas.
Hace unos días leía una historia que me hizo estremecer, se trata de una mujer de 65 años de edad, de nombre María de la Luz, internada en el piso de la “Esperanza” del Hospital General de Zona No 7, del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Monclova, Coahuila.
Esta señora, no se ha recuperado del covid-19, sin embargo, entona a todo pulmón canciones rancheras, como una forma de anunciar que el coronavirus no la vencerá y con la canción de “No volveré”, asegura que no regresará al hospital.
La esperanza de volver con su familia es más fuerte que el virus.
Y qué es la esperanza, sino la gran virtud de confiar y dejar todo en manos de Dios, el universo o como usted le quiera llamar.
Estamos tan aferrados a la vida, que no somos capaces de abrir los puños, para recibir los mejores tiempos.
Estamos tan enfocados en hacer bien nuestro trabajo y de pronto un día, nos damos cuenta que no lo hemos hecho bien.
Hay una frase que escuché y de la cual estoy convencida: “Una persona con esperanza, es una persona a quien hay que tenerle miedo”.
Y es verdad, porque alguien que confía en sí mismo, que se reconoce como una obra perfecta, sabe que nunca será abandonado.
Existe mucha sabiduría en las palabras de Nietzsche: Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo.
Tener esperanza no es mantener una mente positiva, sino tener la certeza de que todo estará bien, sin importar cómo resulte.
María de la Luz tiene un porqué vivir, tiene esperanza, confía en sanar y salir avante para volver abrazar a su familia.
Hay quienes sin tener coronavirus han perdido ese sentido de la vida.
La esperanza viene de creer en ti, recordando que los obstáculos, no son otra cosa que las señales que te indican que vas por un camino que te enfrenta, a la decisión de dejar de ser la oruga para convertirte en mariposa.
Como dice la canción: vístase color esperanza, elija vivir, cambiar el aire depende de ti y usted decide si quiere brillar o sólo sentarse a contemplar el brillo del sol. Hoy María, elije ser la luz de la esperanza.
