¡Mi mundo se desmoronó!... con voz entrecortada y entre sollozos una amiga me relataba como en menos de un mes, su madre y sus dos hermanos habían muerto de covid.
¡El covid vino a robarme lo que era mío!, hace un mes, mi familia estaba completa, dijo.
Mi amiga trabaja en una oficina y su marido tiene un negocio, ambos realizan sus actividades cumpliendo con las medidas de sanidad.
Sus hermanos de igual manera, hacían su vida en esta nueva realidad, en donde se trabaja con cubrebocas y gel antibacterial.
Un día de octubre, a uno de sus hermanos, de la noche a la mañana le empezaron los síntomas, responsablemente se aisló, pero a los pocos días fue encontrado sin vida al interior del domicilio que rentó para aislarse.
Y es ahí donde empezó todo, a los pocos días mi amiga, su madre y otro hermano dieron positivo a covid. Habían pasado apenas veinte días de la primera pérdida, cuando los síntomas de su madre se agravaron y tuvo que ser internada en un hospital en donde murió. El otro hermano, que también dio positivo, tuvo que ser internado por su incapacidad para respirar y a los 15 días de haber sepultado a su madre, mi amiga recibió la triste noticia, que su segundo hermano había fallecido a causa del covid.
Hoy en día, mi amiga vive con un tanque de oxígeno, al preguntarle cómo se sentía, me respondió: ¡Estoy aquí amiga, viva, pero muerta por dentro!
Mi mamá era mi todo, por quien siempre me levantaba, mi sentido de la vida, ahora que ya no está no sé por dónde empezar.
Por eso creo que la mejor muestra de amor hacia nuestros seres queridos es cuidarnos, ser responsables y no tentar al destino, porque una nunca sabe, si el otro que va a tu lado trae o no el virus, subrayó la amiga.
En las últimas semanas nos hemos enterado a través de los medios de comunicación, de grandes fiestas sin importar el estatus social, celebraciones que no han podido esperar
y a las que han asistido un gran número de personas.
Quizás porque el covid no ha llegado a sus casas y no les ha tocado perder a un ser querido, o tal vez no creen en la existencia de este virus y se van a bailar haciendo caso omiso a la sana distancia, o tal vez como José Alfredo Jiménez, creen que la vida de ellos y la de los demás, ¡No vale nada!
