Quizá fue a partir de su inesperado triunfo electoral que la llevó a la alcaldía leonesa, cuando el gobierno federal priista, iniciando con el líder del ejecutivo y los principales funcionarios del mismo, mostraron un gran interés en respaldar la trayectoria de María Bárbara Botello Santibáñez, quien a su vez, concibió el propósito de perfilar de manera personal su carrera política sin considerar el lugar que oficialmente ocupara y el entorno del mismo. Actitud común y mal crónico que asumen los políticos mexicanos sin distingos de orientaciones partidarias.
Con su acenso como líder de la Federación Nacional de Municipios de México (FENAMM), es de suponerse que ella tuvo el interés de cuidar más una imagen política propia, al contar con el antecedente de Eruviel Ávila Villegas, quien gracias al liderazgo en la FENAMM se perfiló en la recta final como candidato al gobierno del Estado de México.
Pese a los presuntos antecedentes negativos que supuestamente ponen en evidencia su fracaso como edil municipal, el cuidado de su imagen política se sigue confirmando al ser colocada actualmente como Secretaria de la presidencia en la legislatura federal. ¿Podrá el panismo derribar su imagen política al fincarle acusaciones por su proceder en la alcaldía de León?
Con una actitud “tremendista” se habla del “barbarismo” y las “barbaridades” atribuidas a Bárbara Botello, usado como adjetivo su nombre en plan de burla, como si los gobernantes del municipio que ocuparon el lugar con anterioridad, hubiesen concluido su mandato limpios de polvo y paja, y sin atreverse a ser los saltimbanquis políticos como se demuestra.
No obstante que durante su mandato municipal, Bárbara Botello estableció un filtro personal en atención a todos los asuntos gubernamentales, la inercia burocrática existente le metió varios “goles” que paulatinamente fueron desacreditando, indirectamente, la actuación de un régimen.
