La emergencia humanitaria en las fronteras que México comparte con Guatemala al sur y con Estados Unidos al norte ha comenzado a salirse de control. No debe sorprendernos. México puede tener la voluntad de recibir a más migrantes centroamericanos para aliviar las tensiones con el gobierno de Donald Trump, pero no contamos con la capacidad para hacerle frente a este reto. Al menos no en este momento.
La militarización de las fronteras y la implementación de un plan que busca apretar las líneas está poniendo miles de vidas en riesgo. Esto es lo que ha ocurrido desde que Estados Unidos incrementó las medidas de seguridad en su frontera a partir de los atentados del 11 de septiembre. Los migrantes son forzados a tomar las rutas más remotas y más peligrosas, aumentando el número de muertes entre quienes cruzan sin autorización. Casi 300 fallecieron en el intento tan solo en 2018.
Esta semana una mujer de 20 años y sus tres hijos, dos bebés y un menor de dos años, murieron por deshidratación mientras intentaban cruzar de México hacia Texas. Sus muertes se suman a la de Óscar Alberto Martínez y su hija Valeria de 2 años, quienes murieron ahogados en el río Bravo al intentar pasar hacia Estados Unidos, luego de intentar pedir asilo en la frontera para ingresar legalmente a ese país y ser rechazados. La imagen del momento en el que sus cuerpos fueron encontrados es desgarradora y vuelve a poner de manifiesto cómo los niños migrantes son la expresión más cruel y más extrema de esta emergencia.
No es la única imagen que duele desde la frontera norte. Ahí quedan las fotografías de soldados de la Guardia Nacional armados, persiguiendo familias y aterrorizando niños. Ahí queda la reputación de México como un país con vocación humanitaria.
Del otro lado las condiciones en los centros del Instituto Nacional de Migración atentan contra los derechos humanos y la dignidad de los migrantes detenidos. Los que se asoman para pedir ayuda entre las rejas del centro de Tapachula al que las autoridades no permiten el ingreso de los medios de comunicación citando razones de seguridad nacional.
La frontera sur también nos deja imágenes terribles esta semana, como la de una migrante Haitiana pidiendo atención médica para su bebé entre gritos y lágrimas que muestran su desesperación. La emergencia nacional está fuera de control y me temo que lo que viene será mucho peor.
@Enrique_Acevedo