Dos propósitos, fallidos, de las primeras dos décadas de vida independiente para solidificar la República fueron profesionalizar el oficio de juzgar y crear una cultura jurídica propia; propósitos que, a decir verdad, hoy no se observan, ya que seguimos teniendo jueces empíricos y se llama carrera judicial a lo que simplemente es un sistema escalafonario.
En este intento participó José María Lacunza, político y escritor, quien, como otros, temía una reconquista. Por este motivo, en 1852, para inyectar cierta dosis de nacionalismo, adaptó para la enseñanza del derecho la obra más famosa, escrita por el jurista español Juan Sala. El libro de Lacunza fue conocido como el “Nuevo Sala Mexicano”.
Desde otra óptica y con mayor visión y profundidad para fortalecer la República también, en este esfuerzo destacaron Manuel Crescencio Rejón, creador del Juicio de Amparo; Mariano Otero, defensor del estado liberal y federalista; José María Iglesias, defensor del garantismo; e Ignacio Vallarta, defensor del federalismo y, entre otros de sus méritos, despolitizó la Corte de Justicia, para evitar que se gane en los tribunales lo que no se gana en las urnas.
En todos hubo voluntad y esfuerzo para construir, en los hechos, no sólo en los códigos de leyes, un Estado Republicano federalizado con equilibrio de poderes en el que el Poder Judicial también esté sujeto a la política de pesos y contrapesos.
Es a estos verdaderos constitucionalistas a quienes debería voltear a ver Norma Piña, presidenta de la SCJN, quien muy ufana se dice defensora de la Constitución. No obstante, lo que ha demostrado defender son los intereses del PRIAN y los de la élite, a la que realmente está sometida y para lo cual, en no pocos casos, ha interpretado o se ha adherido a interpretaciones absurdas, pero a su gusto.
Queda pendiente el atavismo histórico que ha viajado en el tiempo desde la Colonia a nuestros días, consistente en la creencia de que para ser juez no se necesita estudios formales especializados, después de graduarse en derecho, porque la administración de justicia depende más de la conciencia que de la ciencia.
