Resulta por demás paradójico el hecho de que se hable de la defensa del Instituto Nacional Electoral como el gran pilar forjado por los héroes de la historia moderna que nos han dado patria y libertad.
Escuchar ayer el presidente del INE, Lorenzo Córdova, señalar que había que defender la democracia para no regresar al autoritarismo del pasado resulta una utopía viniendo de quienes encabezaron la marcha de Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, así como en otras entidades: políticos del PRI y PAN, principalmente, quienes están ligados a ese pasado al que se refiere Córdova.
En Pachuca, por ejemplo, la convocatoria fue lanzada por simpatizantes del PAN, y retomada por el PRI, quienes fueron los que más movilizaron ciudadanía este domingo en la Bella Airosa.
En la capital del país ni que decir, basta con ver las imágenes en redes sociales para saber que los principales promotores son de la oposición histórica a Andrés Manuel López Obrador.
Es decir, el eterno pleito de unos contra otros, con el INE ahora como pretexto. Por lo anterior hay que distinguir que el trasfondo es político y no humanista, ni mucho menos social, donde lo que de importa es la calidad de la vida de la gente como resultado de una democracia.
Ahora que tenemos votaciones libres y resultados confiables, como dice el presidente del INE, ¿hay mejores representantes populares?, habría que considerar también la nula autocrítica y evaluación inexistente que hay dentro del organismo electoral, donde lo que se dice es la verdad absoluta y el resto son patrañas. Al INE nadie lo defendió ayer, y efectivamente, nadie lo toca porque lo que están buscando descomponer es el sistema político de la 4T que desde un frente opositor busca recuperar para una clase política el control de los estados del país.
Eduardo GonzálezTwitter: @laloflu