Recuerdo hace una década al menos cuando el entonces presidente municipal de Pachuca, Francisco Olvera Ruiz, supervisaba los planos de lo que sería el proyecto a presentar a su cabildo: los puentes y distribuidores viales que necesitaba la capital, acompañados de drenes pluviales y nuevos trazos que asomaban un paso a la modernidad y la movilidad que años después se dijo que llegaría con el Tuzobús.
Olvera mismo dijo en un recorrido en el bulevar Felipe Ángeles con su entonces secretario de Obras municipal, Héctor Henkel Castañeda, que no se volvería a inundar más la ciudad, al menos en ese tramo de la Central de Autobuses y el Estadio Hidalgo, donde históricamente se tenía un problema de anegaciones en cada lluvia.
Se hizo el puente, Olvera fue gobernador y ayer se volvió a inundar la zona. Vaya usted estimada lectora y querido lector lo que el tiempo le hace a las construcciones de gobierno, pues más allá de que se mida su calidad, parecen ser una apuesta al aire, a la suerte, unas salen muy bien y la mayoría muy mal.
Y no es que se esté cayendo todo a pedazos, pero realmente no ha pasado mucho tiempo desde aquella construcción y rehabilitación en los drenes pluviales de la ciudad, cuando ahora de nueva cuenta están deteriorados. Basta una lluvia pertinaz de algunas cuantas horas, para dejar colapsada a la Bella Airosa.
Los que pagan siempre son el pueblo, los peatones, los trabajadores, los que andan en bicicleta o en el Tuzobús, pues hubo que ir a rescatarlos con apoyo de la Policía estatal y el Ejército, que a poco estuvo de aplicar el Plan DN-III, sí, como si se tratara de un huracán.
Un torbellino de problemas el que dejan los gobiernos y administraciones que no hacen bien su trabajo.
@laloflu
