De no reinventarse, los dos principales partidos de la oposición política en México, hoy en el fondo del tablero electoral, podrían llevar el mismo destino que el PRD en 2024: la desaparición.
Haber acuñado el discurso y los juicios de mala fe, sostenidos en una visceralidad o pensamiento emocional siempre en contra del presidente López Obrador y la 4T, le valieron el castigo del pueblo en las urnas el pasado 2 de junio.
Y no es que no tengan opinión propia o que no valga su palabra, sino que para todo señalan a rajatabla que el país está incendiado, que las cosas van muy mal y que estamos peor que nunca, con argumentos que no pasan de ser meras palabras y que solamente han abonado a una polarización que el pueblo no desea vivir más.
Vemos pues cómo esto les trajo más problemas que beneficios a los partidos de oposición, quienes incluso se engañaron a sí mismos pensando que podían ganar la elección presidencial con una actitud petulante, basada en los eufemismos que se dictan desde canales de YouTube o desde las opiniones del sector intelectual que lleva décadas con las mismas frases para la clase política.
El resultado para el PRI y el PAN es un fuerte llamado de atención, de que si en seis años se mantienen con la misma tónica, con la misma estrategia, les terminará ocurriendo lo que hoy vive el PRD, la pesadilla de la extinción, de la liquidación como partido político con registro nacional, el haberse quedado en el ostracismo y el olvido después de ser la principal fuerza de la izquierda mexicana.
A nivel estatal, por ejemplo, el PRI y el PAN no van a gobernar en Hidalgo ni la décima parte de lo que anteriormente tenían, y no fue hace mucho. Tan solo para el PRI, que haya ganado únicamente un municipios sin ayuda de sus aliados, habla muy mal de los actuales líderes priistas que pensaron que la gente les iba a comprar la idea de que son ellos la opción diferente, como si no tuviera memoria el pueblo hidalguense.
