Que quien anda más movido que abanico lagunero es Antonio Gutiérrez Jardón, actual gerente del Simas Rural en la Región Laguna, pero con la mira bien puesta (y sin gota de disimulo) en la alcaldía de Torreón. Y aunque todavía no arranca la carrera, él ya anda calzando los tenis, ajustándose el pants y estirando… los contactos. Que anda por Saltillo, cual político en temporada de migración, reuniéndose con unos, pactando con otros y saludando a ver si cae la candidatura.
Que mientras alza la mano y se acomoda en la fila de los aspirantes, presentó su Informe de los primeros cinco meses en el Simas Torreón-Matamoros, destacando obras como la ampliación de líneas de conducción, mantenimiento de pozos y otras proezas hidráulicas. Pero eso sí, en el tema de la auditoría que se ordenó, todos guardan más silencio que en misa de domingo: ni una gota de información ha salido. Parece que el informe completo se lo tragó un pozo, sin fondo.
Que hablando de informes y entregas, en Lerdo se vivió un momento digno de reality show cuando los reporteros presentes —más curiosos que suegra en casa de nuera— le preguntaron al alcalde saliente Homero Martínez y a su esposa y sucesora Susy Torrecillas, si además del acto oficial de entrega-recepción, tendrían otro evento privado en casa. Esto porque don Homero reiteró, muy serio (pero con tono de meme), que a partir del 1 de septiembre se dedicará a cuidar a los hijos, preparar el lonche y llevarlos a la escuela. Todo un papá de tiempo completo, aunque muchos dicen que en realidad lo veremos más en cafés políticos que en tiendas de útiles escolares.
Y que los taxistas de Torreón volvieron a brillar —y no precisamente por su puntualidad—, pues acaparan otra vez los encabezados de los accidentes viales. Ya es tan común ver un taxi chocando que los ciudadanos ya ni voltean, nomás dicen: “Otro más”. Que la Dirección de Autotransporte ya se puso seria (bueno, eso dicen) y que tomará acciones preventivas, aunque no se sabe si eso significa cursos de manejo, retiro de licencias o simplemente rezar más fuerte antes de subirse a un taxi.
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