Un dato curioso, y no. De mi libreta de apuntes rescato algo. El 9 de octubre, hoy o ayer, es santoral de San Dionisio de París. Fue el primer obispo de esa ciudad, cuya memoria queda como San Denis. El papa Fabián le encargó ir a evangelizar la Galia en tercer siglo. Fue martirizado. Lo interesante no es eso. Es que Dionisio, el griego, fue un Dios ligado a la vid, entre otras tareas olímpicas. Nietzsche habla de lo apolíneo y lo dionisíaco en la construcción de El Ser. Tengo la impresión, de puro aficionado, de que José José es la representación de los dos lados de la entraña: voz apolínea, seductora y equilibrada, los griegos, con Aristóteles como punta de lanza, amaban el justo medio; y es dionisíaco, excesivo y trasgresor porque del despilfarro hizo rutina y eso nunca termina bien. Desde mi punto de vista, cumple con la vida trágica del héroe. Aquiles muere de ira; José José de fama, que es otra forma de la ira. En ese sentido es... Nietzsche y, peor aún, una forma cercana a Wagner. En José José, el que añade, ganó la desventura, la muerte polémica y arrebatada de su debilidad. México no aplaude, hay que decirlo, la integridad y la justa medida. Los mexicanos aman, aunque lo nieguen, la desgracia.
José José, la desventura y polémica que los mexicanos aman
- Columna de Mauricio Mejía
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Mauricio Mejía
Ciudad de México /