Lo que hace casi un mes era una protesta muy focalizada, concentrada y diría yo hasta controlada, hoy está a punto de írsele de las manos al rector de la UAEH, don Octavio Castillo.
La movilización de ayer en el Puente Atirantado de Pachuca es la muestra clara de que no hacer algo pronto y me refiero a sentarse a dialogar, la escalada en las semanas venideras puede ser mayor.
Todo comenzó con la elección de María Teresa Paulín Ríos como nueva directora del Instituto de Artes de la universidad el viernes 25 de agosto, lo que provocó de inmediato la reacción de un grupo de estudiantes, rechazando tal nombramiento, tan fue así que en menos de 72 horas, el 28 de agosto comenzó un paro de actividades.
Motivado según esto porque doña Ríos al parecer es abusadora, discriminadora y acosadora hacia cierto sector de su comunidad estudiantil, y que representaba más de lo mismo ya que con anterioridad los alumnos habían acusado que el instituto no daba seguimiento a denuncias presentadas contra presuntos violentadores de ellos.
El vaso se derramó cuando allá por Abasolo las cosas se fueron de control y la violencia se presentó, lo peor fue cuando el rector dijo que fueron los estudiantes quienes iniciaron todo, nada más falso ya que los medios de comunicación que ahí estuvieron documentaron otra cosa, fue el grupo de choque comandado por Esteban Rodríguez, el cual, con un grupo de trabajadores y alumnos, irrumpieron y comenzaron las agresiones.
De siempre los movimientos estudiantiles se gestan como una lucha por una educación inclusiva, equitativa y de calidad, los alumnos son parte activa en la toma de decisiones y políticas educativas que provocan los cambios necesarios que las instituciones no hacen.
Sin embargo, también es sabido que los alumnos terminan siendo la carne de cañón de grupos en su mayoría políticos, para pronto en este caso ya no solo es la cabeza de la directora del Instituto de Artes, también quieren la del rector, veremos en qué acaba.
