Aria Yazmín solo venía a un bautizo y se encontró un derrumbe que puso en peligro su vida, por la que lucha desde el área de terapia intensiva del hospital del Seguro Social.
Ella y su familia, originarios de Pánuco, Veracruz, solo venían a un acto sacramental, pero se toparon con el rostro de la corrupción y la negligencia gubernamental.
El desplome del techo de la iglesia Santa Cruz alcanzó el cuerpo de la niña de 10 años de edad, produciéndole daño pulmonar y graves lesiones en su brazo izquierdo, que está en riesgo de perder.
Su madre, Mónica, actuó a tiempo para detener la hemorragia y llevar a la pequeña a recibir atención médica al IMSS, donde fue intubada y sometida a tres operaciones, pero necesita dos más.
Evoluciona, gracias a Dios, favorablemente y ya hasta pidió pizza para comer, dicen los médicos, quienes a decir de los padres de la pequeña es atendida muy bien, aunque debe permanecer en cuidados intensivos para prevenir una infección y observar su evolución pulmonar.
Su afectación orgánica fue estabilizada y además está a la espera de una reconstrucción ósea de su brazo, siendo estos días determinantes para su estado de salud.
Su mamá, una guerrera que ha mostrado una fuerza admirable ante las circunstancias que les tocó vivir, describe a su hija como una niña llena de vida, que da amor, es buena, noble, inteligente, siempre pensando en los demás antes que en ella.
La familia Toledo Segura jamás imaginó que por la irresponsabilidad criminal de alguien al construir la iglesia sin las debidas medidas de protección, iban a vivir semejante pesadilla.
Once familiares se habían reunido para bautizar una sobrina de Mónica, ella calcula que habían transcurrido poco más de 10 minutos de iniciada la misa cuando algo tronó en el techo y, al mirar hacia arriba, vieron caer una varilla y enseguida la losa.
“En cuestión de segundos el techo se vino abajo y nos cubrió por completo, lamentablemente mi hija quedó atrapada bajo los escombros y se estaba desangrando de su brazo”.
El mayor impacto fue a mitad del templo, ellos estaban sentados del lado izquierdo en la tercera banca y son imágenes que jamás olvidarán, pero que agradecen a Dios haber salido vivos, a diferencia de 12 personas que no podrán contarlo.