Karma: Energía trascendente que se genera a partir de los actos de cada persona y que es conocida popularmente como un espíritu de justicia o del equilibrio. Creencia propia de las religiones originarias de la India”.
Este intento de definición del karma nos cae como anillo al dedo al revisar las recientes andanzas de Andrés Manuel López Obrador.
Veamos. En los últimos meses y ante los cuestionamientos a su gestión, López Obrador ha exigido en público que nos definamos: se está con él o se está contra él (claro, él lo refiere como si se está con la destrucción ¡perdón! con la transformación o se está contra la 4T).
Pero Don Karma lo puso a él en la verdadera disyuntiva: AMLO se tiene que definir, está con Estados Unidos o está con Rusia. Aquí no hay medias tintas luego de hacerse el interesante desde la llegada de Biden a la Casa Blanca.
López Obrador se pasó 18 años acusando corrupción del Presidente en turno, sacando conclusiones a modo y exigiendo sus renuncias… pero Don Karma le restregó los ventajosos manejos de su hijo José Ramón López Beltrán y el pase de charola videograbado que hacían sus hermanos Pío y Martinazo en su nombre y en su aparente beneficio.
AMLO acusó desde hace años corrupción en el Aeropuerto de Texcoco, y Don Karma le aterrizó los reportes sobre los irregulares manejos en la central avionera Felipe Ángeles con sus elevados costos y opacos contratos y con los del sobrecosto que implicó destruir el NAICM.
López utilizó a los padres de los 43 de Ayotzinapa para acusar al Estado y ganar la Presidencia en 2018, y Don Karma le volteó a los estudiantes que hasta un camión sin conductor y a toda velocidad lanzaron contra las fuerzas obradoristas.
Estimo que la tardía y tibia postura del régimen en el caso de la invasión a Ucrania –en voz del canciller Marcelo Ebrard– no será suficiente para definir sin vaciladas la postura del gobierno mexicano: Si el principal socio comercial y principal vecino en todos los sentidos de México enfrenta una situación bélica, no caben espacios para titubeos ni ocurrencias.
Nada de “Ya no puedo”, se está en la Presidencia no solo para intentarlo, sino para definirse, decidir y poder.
Celso Mariño
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