La luna ha sido el gran anhelo de la humanidad. Y cómo no serlo si a diario convivimos con ella, se hace presente y nos observa. Desde todos los tiempos, a través de las culturas humanas, le hemos conferido variado simbolismo, mitos y leyendas.
Se ha atribuido el poder sobre las emociones, se incrusta en nuestra jerga coloquial: “Estás bien lunático”, “andas en la luna”, “quieres tapar la luna con un dedo” y, en una de esas, hasta convierte en lobo a los seres humanos y es madre del minotauro.
La luna ha sido motivo de inspiración artística en todas las disciplinas del arte, el poeta Octavio Paz (1914-1998) da voz al enamoramiento a través de ella: “Del verdecido júbilo del cielo / luces recobras que la luna pierde / porque la luz de sí misma recuerde /relámpagos y otoños en tu pelo” (Soneto III).
El poeta chiapaneco Jaime Sabines (1926-1999), le confiere, en su particular estilo, atributos de cura, sosiego, abundancia y enamoramiento: “La luna se puede tomar a cucharadas/ o como una cápsula cada dos horas. / Es buena como hipnótico y sedante / y también alivia”. “La Luna” (1973-1991).
Vemos a la luna como elemento inseparable en la plástica como en el cuadro La noche estrellada (1889), de V. van Gogh (1853-1890), una escena nocturna con una luna estilizada.
Dentro de la literatura el escritor Julio Verne con novela De la tierra a la luna (1865), nos adentra en la aventura de Impey Barbicane y a sus compañeros, los primeros viajeros espaciales y su deseo de volar sobre la cara oculta de la luna o ver la tierra desde el espacio.
Más de un siglo ha pasado y sigue tan vigente esa imagen que recreó el genial Georges Méliès (Francia, 1861–1938), pintor, ilusionista, escenógrafo, actor y, fundamentalmente, pionero del cine, en la emblemática Le Voyage dans la lune (1902), una película corta (14 minutos), del género de la ciencia ficción, en la que se narra, con primitivos pero contundentes efectos especiales visuales, el alunizaje de unos científicos.
En la realidad inmediata la luna también ha sido motivación científica. A mitad del siglo pasado la conquista del espacio dejó de ser ciencia ficción y se hizo realidad con las incursiones realizadas por Rusia y Estados Unidos. A lo largo de los años se unió China a esta carrera y hace unos días India —con una profunda desigualdad social— se convirtió en el cuarto país en concretar el aterrizaje suave de una nave espacial en la superficie lunar.
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México está en el ombligo de la luna.