A Rosamaría le gustaba mucho la música. Las canciones, leer y convocar al buen ánimo entre amigas y amigos. Era una mujer de notable sonrisa y de un excelente buen humor.
Rosy convocaba las cenas, a ir a los conciertos, a las reuniones (en su casa con todo y trío) y hasta a Six Flags: me viene a la mente una foto de grupo de amigas del Sol luciendo un impermeable amarillo frente al río salvaje.
Era una mujer de excelente trato y de grandes maneras de ser. La recuerdo en restaurantes en sus tradicionales cenitas donde llegaban los amigos y amigas periodistas a pasar un rato agradable.
La recuerdo cantando en conciertos —a los que asistí con ella— de Pablo Milanés (como testigo hay una maravillosa foto de grupo en el reloj de la Plaza de Toros México), de Juan Gabriel (que fue concierto extrañísimo en un pueblo cercano a Toluca, siempre creímos que quién actuó era el doble de JuanGa... nos reíamos mucho).
Alguna vez fuimos a ver a Eugenia León y hasta Marco Antonio Muñiz (el lujo de México, en una cena en El Parián), ya hace algunos ayeres.
Igual la recuerdo manejando intrépidamente —fue una excelente y hábil conductora de auto— rumbo a Valle de Bravo.
Era una gran lectora de literatura; a Rosamaría la podías ver leyendo la prensa y ya entraba la noche –en la redacción— apoltronarse en su silla frente a un libro. Le gustaban las historias de escritoras mujeres.
Quizá le hayan gustado otros cantantes, otros grupos, otras canciones, pero siempre que escucho al grupo español Presuntos Implicados, la recuerdo.
El tradicional Tenampa quedará también como parte de nuestras travesuras de jóvenes: “ya agarraste por tu cuenta las parrandas”… a todo pulmón.
De Rosy –le llamábamos Rosamaría, Fresa o Ross; le también le decían ‘Coyo’ — puedo decir que desde que la conocí fue afectuosa y fue mi jefa durante 15 años.
Era zurda y tenía una caligrafía esplendida, muy linda y elegante.
En la redacción de El Sol eran famosas sus órdenes de trabajo “atenta a tus fuentes” (ouch); sus correcciones a las notas (en papel) y los ‘cocos secos’ por los errores… “A ver criaturita…” Y luego su inconfundible risa.
Los últimos años fueron de lucha intensa. Los vivió estoicamente, con absoluta valentía y tenacidad. Fueron ‘ella y sus circunstancias’, parafraseando a Ortega y Gasset.
Abrazo fuerte y con todo el corazón a sus amigas cercanas y muy entrañables; a sus amigas –de vida y de tantos años– y a sus amigas del medio periodístico.
Se ha ido Ross, ¿ahora quién organizará las cenas?
Celeste Ramírez