Después de este fin de semana que como otros se llenó de asesinatos absurdos en las zonas del país que sabemos están en pleno conflicto, fin de semana en que con total impunidad en Tamaulipas una caravana de vehículos del crimen organizado aterrorizó a las poblaciones de Matamoros, Reynosa y San Fernando, fin de semana en que hubo muertos y tiroteos, volví a leer muchos de los textos de Alejandro Hope que falleció el viernes pasado.
Pensé en el optimismo del gobierno cuando entrega sus reportes de seguridad mañaneros que celebran una pequeña baja de homicidios en los últimos años, pero que se mantiene en niveles trágicos, y cómo eso hace que el Presidente insista que “vamos bien”. Pero ¿seguiremos bien?
En 2013, cuando los números de homicidios en el país descendían —mucho más que ahora— después de la brutal alza entre 2007 y 2011, Alejandro Hope escribió un largo texto en Nexos en el que intentaba explicar el porqué de aquella alza y el porqué de la caída. (Violencia 2007-2011. La tormenta perfecta / Nexos / Noviembre 2013). Es, como lo hacía Alejandro, un texto sin muchas certezas, pero con muchas lecturas y datos detrás.
Terminaba Alejandro en 2013 su texto así: “¿Entonces, ya salimos de la crisis? ¿La caída es imparable, la pacificación un hecho consumado? No, ni de cerca. Por una parte, estamos aún al doble del nivel de homicidios de 2007: falta aún largo trecho antes de cantar victoria. Por la otra, el homicidio no es todo. En otros delitos persiste una dinámica ascendente: este año impondrá un récord histórico en el número de secuestros denunciados.
“Si alguna enseñanza deja la gran tormenta de 2007-2011 es que no hay nada labrado en piedra. Largas tendencias históricas pueden alterarse brutalmente de un momento a otro. Cierto, hubo una confluencia excepcional de condiciones adversas en 2007 y 2008. Pero, ¿hay algo que impida una combinación similar en el futuro?
“En el principio todo es estructura. No podemos prevenir nuevas tormentas, pero sí podemos mitigar sus efectos destructivos: reformando nuestras instituciones de seguridad y justicia, transformando nuestra realidad social, impulsando un proceso civilizatorio amplio. Esta crisis nos dejó un tropel de víctimas. Ojalá nos deje también diques para contener la siguiente marejada”.
Hoy es obvio que en aquel entonces no se construyeron aquellos diques, por eso la crisis de los últimos años del sexenio anterior. Me temo que en estos últimos años tampoco.
