Tuvimos un mal marzo respecto a los homicidios en el país. Los nuevos números del secretariado de seguridad pública presentados ayer en la mañanera mostraron un mes en que se rompió una buena tendencia a la baja en los últimos meses.
Aun así, la comparación de los primeros trimestres de los últimos años muestra que este que acaba de terminar fue mejor que los últimos cuatro.
Nada nuevo esto de marzo ni, me parece, más alarmante que lo que ya debería alarmarnos desde hace muchos años en que nos la pasamos haciendo cuentas de muertos.
Pasó en los primeros años de Enrique Peña Nieto que tuvimos un descenso en homicidios comparado con los últimos años del calderonismo para después volver a saltar a cantidades monstruosas. Vale la pena apuntar que ese “descenso” significaba triplicar el número de homicidios del 2007.
Habrá que subrayar, sin embargo, lo que ayer dijo la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez: tenemos 82 víctimas diarias de homicidio en el país. Más de tres cada hora. Esto es un poco más de lo que teníamos en 2011, el peor año de violencia de aquel sexenio.
Y lo digo no porque piense que unos lo han hecho mejor que otros sino por algo que creo que, como escribía ayer sobre el miedo con base en los datos del INEGI, está sucediendo con la violencia de verdad, con la muerte: su normalización en el ánimo de la ciudadanía.
En 2011, la ciudadanía, la prensa, los partidos políticos, las organizaciones no gubernamentales habían puesto en la silla de acusados a Calderón y su gobierno. Las reuniones del Castillo de Chapultepec, las exigencias directas al presidente en sus giras, las primeras planas, los noticieros, los reportes. Ese era el principal tema. También frente a gobernadores de los estados con más homicidios. Ya no.
Hoy, con unos pocos más homicidios diarios tenemos… la mañanera cada día 20, y qué bueno, y la reiteración de que hay estrategia y el acomodo de las cifras para que se vean mejor comparativamente.
Ya veremos las primeras planas de hoy pero ayer en la tarde en los principales portales encontrar el dato era casi imposible.
Es como si creyéramos que es normal. O que esa es nuestra nueva normalidad. Ochenta y dos homicidios diarios. Hasta que venga el nuevo número y nos pase desapercibido.
@puigcarlos
