Hace ya muchos años que cada marcha o manifestación en Ciudad de México queda marcada por algún acto de violencia.
Desde el gobierno de Miguel Ángel Mancera, después el de Claudia Sheinbaum y ahora en el de Clara Brugada, no importa la razón de la protesta, el número de manifestantes ni la zona de la ciudad. En algún momento se aparece eso que la prensa llama “el bloque negro”, porque por lo general van vestidos y encapuchados de ese color.
Es un grupo no muy grande, generalmente de jóvenes, que imprime una buena dosis de violencia y, hay que decirlo, delitos —porque eso son las destrucciones de inmuebles o de tiendas o de paradores de transporte—.
Poco o nada importa el motivo de la convocatoria inicial de una manifestación. Los hemos visto llegar en marchas para conmemorar el 2 de octubre, el Día de la Raza, la tragedia de Ayotzinapa y en cada marcha por los derechos de las mujeres, el 8M.
No es, por supuesto, un asunto solo mexicano ni de la capital. Los bloques negros, que nacieron como una expresión anarquista frente a represiones de policías y el poder, han sucedido en muchas partes del mundo.
Los manifestantes del bloque no agreden a ciudadanos, sino a locales, lo que consideran símbolos del poder y, sobre todo, a la policía —cuando se aparece—, que en todas partes del mundo alguna vez, o muchas, ha reprimido las protestas.
La policía de Ciudad de México ha intentado varias estrategias para enfrentar esos desmanes y no han funcionado demasiado. Después de un duro enfrentamiento en el 21, por ejemplo, Sheinbaum puso en otro año solo a mujeres policía a cuidar la marcha y la ciudad. Algo evitó, no del todo.
Este año, de plano la Presidenta justificó el uso de vallas el 8M para cuidar Palacio Nacional.
En lugares donde hay marchas habituales no es raro que los propios comercios protejan sus ventanas y puertas un día antes de la manifestación.
Lo que no habíamos visto hace un tiempo es lo sucedido en las dos marchas de estos días en contra de la llamada “gentrificación”: la ausencia de policías. Me corrijo y amplío: la ausencia de estrategia, porque no tiene todo que ver con policías, sino con gobierno. Eso parece a partir de los resultados.
En tiempos en que nos presumen de que la clave es la “inteligencia”, la “prevención”, es por lo menos curioso que parecen no aplicarse en estas marchas.