Se ha escrito hasta el cansancio que el proceso de Morena es una farsa, que la decisión está tomada, que será un dedazo encubierto.
Creo que las cosas son un poco más complicadas que eso.
Habrá una encuesta y no sé cuántas más paralelas.
Y hoy todo indica que la ganadora de esa(s) encuesta(s) será Claudia Sheinbaum.
Sí, porque el Presidente ha dejado suficientemente claro que a él le encantaría que fuera ella quien ganara, pero también porque quien entendió mejor la preferencia y el método fue Claudia.
Morena es un partido y la 4T un movimiento construido alrededor de una persona. Una. No es un partido de programas o discusiones para construir políticas públicas, es un partido y un movimiento a partir de un señor y lo que él piensa y hace. La popularidad en las encuestas es de él, de nadie más. Los triunfos estos años en la mayoría de los estados son suyos, porque él los pide. No es un fenómeno muy sano para el país y su democracia, pero es lo que es. “Es él” quien da el dinero de los programas sociales que él dice inventó, “es él” quien sube el salario, quien lo hace todo y nos lo cuenta todos los días.
Claudia entendió que para ganar una encuesta cuyo objetivo es heredar al señor hay que ser… el señor. Nada más, nada menos. Que si militares, pues militares; que si qué horror el Poder Judicial, qué horror el Poder Judicial; que si no debe haber reforma fiscal, no habrá reforma fiscal; que si vivan los libros de texto, vivan los libros… y así. Porque ya lo dijo el señor.
Porque en el fondo la encuesta que está haciéndose en estos días no es una elección entre corcholatas, es una ratificación del máximo líder y todo lo que según sus seguidores ha hecho bien. Y ellos, sus seguidores y aplaudidores, no necesitan mucho más que continuidad. Ni cámaras, ni casas violetas, ni seguros nacionales de desempleo.
Pienso que Claudia ganará porque entendió el carácter de la contienda, la pregunta fundamental: quién se parece más al líder máximo. Porque en muchos sentidos sí es una elección primaria de un partido, salvo que ese partido es un hombre.
El que acaba de terminar no era un concurso de ideas —por eso no podía haber debates— sino de fidelidades.
¿Cuánto dará eso en las generales del próximo año?
Ya veremos. Eso es el próximo año, este proceso era otra cosa.