Es imposible, de hecho hace un rato que es imposible, pensar que el futuro en términos de seguridad y violencia será mejor en los próximos años. No hay manera. No es pesimismo, es realismo con base en la realidad y en el pasado.
Los tres sexenios más recientes de la Presidencia y los tres más recientes sexenios en cada uno de los estados de la República deberían ser prueba suficiente.
El arreglo político mexicano, sus corruptelas, su falta de transparencia, su apuesta por verse el ombligo, su afán de sobrevivir a toda costa, todo eso y más ha terminado con cualquier posibilidad de hacer algo que en verdad cambie las cosas. ¿Por qué? Entre otras, porque para como está la situación hoy, eso cuesta mucho dinero. Y ese es dinero que no se verá reflejado inmediatamente en encuestas, por lo tanto en votos, por lo tanto en aferrarse al puesto, a los puestos.
¿Por qué? Porque el aparato de seguridad y procuración de justicia es un extraordinario instrumento para la política. Para toda la operación política. Qué mejor que tener a tu servicio a policías y fiscalías para utilizarlas de manera que te hagan más poderoso. Tenemos ejemplos concretos de algunos gobernadores ingenuos que se propusieron construir policías o fiscalías al menos más eficientes que las que reemplazaron. Los datos iban mejor, poco impacto en términos electorales aún, y próximo gobernador con “nuevo” plan, nuevas “ideas”. Cuando lo único que importa es lo electoral, no hay manera de construir instituciones. Eso tarda.
Mientras el Estado, sí, ese, ha sido incapaz de construir en términos de seguridad y justicia, otros han ocupado sus espacios y en varias partes del país, cada vez más, son esos otros los que hacen eso que llaman justicia, quienes cobran impuestos, quienes asignan responsabilidades comunitarias; todo a mano armada, por supuesto.
Los políticos y sus partidos andan haciendo encuestas y peleándose puestos desde los que nada harán, porque no pueden o no quieren, o saben que es electoralmente poco redituable gastar capital, económico y político en ello.
Nada más escuchen a los que quieren encabezar el desastre. Ahora resulta que Claudia ama a los militares, Ebrard a las cámaras y computadoras, Xóchitl a Calderón y Cabeza de Vaca, Beatriz… ¿qué ha dicho Beatriz? En fin, el futuro en términos de violencia y seguridad no será mejor. No hay cómo.
