Esta semana, según anunció el Presidente, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, asistirá a la mañanera para anunciar las medidas para el regreso a clases que el mismo Presidente ha dicho, con razón, que tiene que suceder sí o sí.
En más de una ocasión en las semanas recientes el Presidente ha hecho la lógica de por qué es insostenible prolongar más el cierre de escuelas, una vez más pienso que tiene razón, y lo ha hecho con un énfasis que reserva a las cosas que en verdad le importan. Ha hecho comparaciones que son críticas a las políticas de su gobierno, como cuando compara qué países del mundo han sostenido este cierre tan largo y cómo México se sitúa en los primeros lugares.
Como ha quedado claro en algunos, más bien pocos, estudios que se han hecho sobre las consecuencias de esa decisión, lo perdido por nuestros jóvenes en términos de aprendizaje —para no hablar de la parte afectiva y social— es enorme. Si a eso sumamos las deserciones, estamos frente a una tragedia. Y aquí no hay que confundirse: quien decidió uno de los cierres más largos en el mundo fue el gobierno federal. Pudo haber buenas razones hace 15 meses —detener la movilidad que las escuelas provocan— pero no se intentó en todo ese lapso nada que evitara este desastre, salvo el desordenado intento en las últimas semanas del curso.
Un mes antes del regreso anunciado no sabemos nada. Bueno, sabemos que hay escuelas vandalizadas; las que nunca han tenido agua, sin agua. No sabemos cuál es el presupuesto, por ejemplo, para adaptar superficies según reglas sanitarias y extrañamente no hemos escuchado de los maestros ni de sus secciones sindicales.
Pero lo más preocupantes sería que lo que anuncie la secretaria de Educación esta semana sean solo medidas sanitarias. Imprescindibles dada la furia de la nueva variante y lo lento de nuestra vacunación.
Pero qué se va a hacer en términos de educación.
Los niños y jóvenes mexicanos llevan “aprendiendo” frente a un televisor hace año y medio. Es decir, no han aprendido. ¿A qué educación van a regresar? ¿Cuál es el pan para saber el tamaño del desastre? ¿Cuál es el plan para corregirlo?
Si no tenemos un plan educativo de emergencia, en algunos años el país padecerá esta otra, gravísima, consecuencia del pinche bicho (y una decisión gubernamental).
@puigcarlos