Con los consabidos colores naranja del gobierno de Movimiento Ciudadano (como en su tiempo, los priístas utilizaron el rojo), el Tren Ligero de Tlajomulco, al que bautizaron como Línea 4, comenzó a operar desde este lunes para cumplir así la promesa de Enrique Alfaro con su bastión político.
Con esto queda demostrado una vez más que este tipo de proyectos dependen del ánimo del gobernante en turno y sus propósitos, más que atender a estudios de movilidad, demanda de ciudadanos o justicia social.
En la década de los setentas, gobiernos priístas presentaron un plan maestro que incluía varias líneas de un metro o tren ligero para la capital de Jalisco: el primer trazo iría de Isla Raza al Auditorio Benito Juárez, un trayecto parecido al de la actual Línea 1; el segundo de Tetlán a La Minerva, como el de la Línea 2, aunque solo llega a Federalismo; y el tercero, de Zapopan a Tlaquepaque, el derrotero que tiene la Línea 3.
Para 1989, con Guillermo Cosío Vidaurri, hubo las propuestas de cuatro líneas: Periférico Norte al Sur; Periférico Oriente al Poniente; Mexicaltzingo a Nueva Central Camionera y Normal a Zapopan. Y ya con la operación de las Líneas 1 y 2, se propuso en 1994 la ampliación con cinco más.
La Línea 3 que iría de Zapopan-Ávila Camacho-Washington y hasta 8 de julio; la 4 de Belisario Domínguez hasta el Parque Solidaridad Iberoamericana; la 5 desde la Unidad Río Verde a Toluquilla; la 6 de Mariano Otero hasta Tonalá, y la 7 de la avenida Revolución a la colonia Santa Paula.
Ninguno de los proyectos consideró a Tlajomulco porque seguían la lógica de brindar el servicio a zonas densamente pobladas que reclamaban un mejor servicio de transporte.
Durante el gobierno del panista Emilio González Márquez se desecharon más líneas del Tren Eléctrico Urbano y apostaron por el primer modelo de BRT en México, un proyecto importado de Colombia con el Transmilenio que funciona en Bogotá, pero que aquí fue bautizado como Macro Calzada y comenzó a operar en 2009.
El gobernador priísta Aristóteles Sandoval decide ir de nuevo con el Tren Ligero, después que como alcalde sostuvo una agria polémica con Emilio González Márquez porque éste prefirió invertir en el Macrobús.
Con un costo de más de 35 mil millones de pesos, la Línea 3 fue construida con el respaldo del presidente Peña Nieto. Aristóteles tuvo en sus manos los estudios completos y aprobados por el gobierno federal del peribús, un BRT por el periférico que costaba poco más de cinco mil millones de pesos y con mayor capacidad que la Línea 3. Pero el priísta decidió ignorarlo porque ya había fijado su postura política que tanto debatió con gobiernos panistas.
En el caso de la mal llamada “Línea 5”, un sistema de BRT que conectará al aeropuerto pero que no enlaza con las líneas 1, 2 y 3, además que se trata de autobuses y no trenes, hubo una propuesta muy interesante que fue desechada también por razones políticas.
El alcalde morenista de Tonalá, Sergio Chávez, planteó un trazo desde la central donde concluye la Línea 3, que corra por la autopista a Zapotlanejo de manera elevada, conecte la cabecera de Tonalá, siga por el Nuevo Periférico, pase por Colinas de Tonalá, Presa El Ocotillo, Centro Universitario de la UdeG, el Hospital Civil de Oriente, siga por El Salto y termine en el aeropuerto.
Fue considerada por el gobernador como una ocurrencia, ya que no contaba con los estudios y aprobación de autoridades federales.
Ahora, con el tren que viene de Tlajomulco, que cuenta con ocho estaciones, se avecina una situación compleja al enlazar a los Macros de Periférico y la Calzada, con flujos y capacidades distintas que ya registran saturación.
Por lo pronto, el Sistema de Tren Eléctrico Urbano (SITEUR) terminó con la polémica sobre cómo llamar a su red compuesta por sistemas BRT y trenes ligeros. En su página de internet, además de las Líneas 1, 2 y 3 del tren eléctrico, llama Línea 4 a la de Tlajomulco, Línea 5 al BRT que irá al aeropuerto, Línea 6 al Macro Calzada y Línea 7 al Macro Periférico.
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