El Día de la Tierra es diferente este año y no solo por su 50 aniversario. El Coronavirus (Covid-19) nos recordó nuestra vulnerabilidad y la necesidad de frenar urgentemente el daño que le hacemos al planeta (PNUMA).
Con unas semanas de confinamiento, reaparecen especies que creíamos extintas, la contaminación bajó y los mares en las zonas turísticas lucen más limpios. Por ello, es necesario reconsiderar cómo impactamos al planeta y a las demás especies que habitan en nuestro hogar común.
Primero, no cantemos victoria
La contaminación bajó por el aislamiento y la reducción forzosa en la actividad económica por el Covid-19. Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en China disminuyeron 25 por ciento en cuatro semanas y ciudades europeas redujeron drásticamente la polución, como París, en donde bajó 54 por ciento (OMM-ONU, 23/04/20 y AEE-CNN, 16/04/20).
Parece alentador, pero aún con la disminución en las emisiones de CO2, siguen siendo más altas que las del año pasado. Además, cuando termine la emergencia, tenemos el riesgo de que la contaminación aumente todavía más por la reactivación de la economía, como sucedió tras la crisis de 2008-2009 (Nature Climate Change).
Segundo, el cambio climático y las enfermedades
Si el clima sigue modificándose, las epidemias serán más frecuentes. Las enfermedades zoonóticas (como el H1N1 o el Zika) que se transfieren de los animales a los humanos, tienen más posibilidades de expandirse con los cambios en la temperatura, la humedad y las estaciones.
Cada cuatro meses emerge una nueva enfermedad infecciosa en los humanos, de las cuales, 75 por ciento son de origen animal y están vinculadas al daño que le hacemos a los ecosistemas (PNUMA, 03/04/20).
Tercero, el impacto al planeta se nos regresa
Con los cambios en nuestros hábitos, la urbanización o el incremento en el consumo de lácteos y cárnicos, las tierras de cultivo y la ganadería están más cerca a las zonas urbanas, lo que sube el riesgo de enfermedades zoonóticas. Porque el patógeno se presenta en un animal silvestre, después pasa a los de corral y puede terminar en las personas.
Por el consumo humano, llegan animales silvestres y exóticos a los mercados, muchas veces de manera ilegal y antihigiénica, lo que aumenta la posibilidad de transferencia de enfermedades.
Hemos afectado tanto a los ecosistemas y a la vida silvestre, que los patógenos están más cerca. Al haber menos biodiversidad, la transmisión hacia las personas puede darse más fácil, como sucedió con el virus del Nilo occidental.
El 50 aniversario del Día de la Tierra es diferente y es porque el ser humano está confinado. Esto nos debe hacer reflexionar y cambiar la forma en la que interactuamos con nuestro entorno, para que las actividades humanas generen menos daño y desequilibrios al planeta.
Twitter: @carlosguizar