El 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, millones de personas salieron a las calles en distintas partes del mundo para exigir que termine la violencia contra las mujeres, el machismo, las brechas salariales o los techos de cristal (El País, 08/03/20).
En México, a pesar de compartir las mismas exigencias, el mensaje fue todavía más claro: “nos están matando”. No solo en la Ciudad de México sino por toda la República, cientos de miles de mujeres desbordaron las ciudades como pocas veces se ha visto en la historia del país.
El 9 de marzo la historia fue distinta, las calles mexicanas, que un día antes se pintaron de morado y retumbaron con consignas, dejaron ver una realidad muy diferente porque sería un “Día sin mujeres”.
La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO), calculó que siete de cada 10 mexicanas participaron en el paro nacional de mujeres “Un día sin nosotras”, generó pérdidas por 30 mil millones de pesos.
Primero, por las que ya no están
Más allá de las pérdidas millonarias, que demuestran las aportaciones de las mujeres a la vida nacional, el 9 de marzo se buscó generar un sentido de ausencia por las miles de mujeres asesinadas en México (Olivares Ferrero-Rocha, 11/03/20).
A través del silencio, las mexicanas recordaron con esa metáfora que faltan miles de mujeres que fueron asesinadas por su género y que urgen acciones que terminen con la ola de feminicidios que ha ido en aumento año con año, tanto en número como en su brutalidad.
Segundo, afectaciones distintas
En sectores como la educación o los servicios fue muy marcada la ausencia de las mujeres, pero nos dejó ver precisamente una de sus exigencias, terminar con el techo de cristal y la falta de oportunidades parejas en todos los sectores productivos y en todos los niveles.
Tercero, las que no pararon
Aunque se calcula que 70 por ciento de las mujeres se unieron al paro nacional, eso no quiere decir que la abrumadora mayoría no quisiera participar. Muchas de ellas desearon parar sus actividades, pero no lo hicieron por la falta de condiciones, lo que puso de manifiesto la falta de empatía ante una exigencia que debería ser compartida por mujeres y hombres.
Con sororidad y solidaridad, las mexicanas hicieron historia el 8 y 9 de marzo, al exigir con sus palabras, marchas y hasta con el silencio, que se tomen acciones concretas para terminar con los feminicidios en México. Es una lucha que todas y todos debemos hacer propia porque nos lastima como país y demuestra que debemos seguir trabajando porque la batalla de “un día sin mujeres” apenas comienza._