En el mundo se previenen entre dos y tres millones de muertes al año gracias a las vacunas y, de mejorar la cobertura, se podrían salvar otro millón y medio de personas anualmente (OMS, 18/07/19).
El número de muertes por sarampión bajó 80 por ciento en menos de una década, es decir, las defunciones pasaron de 545 mil en el año 2000 a 110 mil en 2017.
Por el distanciamiento social y el confinamiento debido al Covid, casi todos esperamos con ansias una vacuna que nos permita salir de esta “nueva normalidad” e incertidumbre que ha generado el virus.
Primero, ¿cómo funcionan?
Las vacunas sirven como un tipo de entrenamiento para el sistema inmunológico ya que se expone a la persona a algo similar al patógeno que provoca la enfermedad, para que se dé una respuesta inmune y se creen anticuerpos. Esto permite que el cuerpo tenga un tipo de memoria, que le ayudará a enfrentar a ese patógeno ShareAmerica, 22/10/20).
No todas las vacunas son iguales porque, como pasa con la de la varicela y el sarampión, se usan formas vivas pero debilitadas del patógeno. En algunos casos, como con la gripe, se usa un patógeno inactivo (muerto) y en otros se utilizan fragmentos del germen o la toxina que produce.
Segundo, resistencia a los antibióticos
Además de prevenir las muertes o los efectos irreversibles de algunas enfermedades, como la ceguera que produce el sarampión o la parálisis de la poliomielitis, uno de los beneficios de las vacunas es que se limita la resistencia a los antibióticos (OMS, 04/18).
Por el uso excesivo o indebido de los antibióticos, hay enfermedades causadas por bacterias que se han vuelto más resistentes y, por ello, más difíciles y más costosas de tratar, además, en algunos casos los pacientes no se recuperan por completo (OMS, 11/16).
Con la vacuna, se previenen las enfermedades bacterianas, lo que ayuda a que no se trate a los pacientes con antibióticos y no aumente la resistencia.
Tercero, los antivacunas
Estos grupos tuvieron sus orígenes hace 150 años en Inglaterra, cuando se comenzó a usar la vacuna contra la viruela, que cada año mataba en promedio a más de 400 mil personas en Europa. Ya sea por desconocimiento o por desinformación, se opusieron a las vacunas a pesar de que los beneficios fueron claros (BBC, 19/01/20).
Este movimiento cobró fuerza en 1998, cuando se publicó un artículo en la revista The Lancet, en el que se vinculó a la vacuna triple viral con el autismo. Aunque los beneficios de las vacunas son evidentes, estas creencias han hecho que aumenten los casos de enfermedades como el sarampión u otras que ya estaban casi erradicadas (Revista Latinoamericana de Infectología Pediátrica, 2018).
Aunque puede haber dudas sobre las vacunas y sus efectos, en realidad, son mayores sus beneficios: prevenir las enfermedades y sus consecuencias irreversibles, así como reducir el número de muertes.