Sociedad

La violencia silenciosa contra la mujer

Cada día son asesinadas al menos 10 mujeres en promedio en México. En 2019, nuestro país se ubicó entre los 20 peores del mundo para ser mujer debido a los altos índices de violencia, inseguridad y desigualdad de género(ONU Mujeres, 25/11/19 y World Economic Forum, 11/02/19).

La violencia contra las mujeres va en aumento, no solo en cifras sino en su brutalidad. Sin embargo, no es espontánea y se esconde en palabras que minimizan lo que sucede o que fomentan el machismo y las agresiones que dan pie a los feminicidios.

A continuación, veremos cómo el lenguaje es donde inicia la violencia contra la mujer y por qué las palabras no deben tomarse a la ligera.

Primero, la violencia simbólica

Es un tipo de violencia indirecta y silenciosa, que puede ser usada por hombres y mujeres. Minimiza acciones o patrones que promueven la desigualdad, la violencia de género y la cosificación de la mujer (ONU Mujeres, 23/06/17).

Puede justificar a los agresores y reprende a las víctimas, en una cultura de “tolerancia” hacia la violencia, que llega al absurdo de culparlas por su vestimenta o por dónde se encontraban.

Entre sus manifestaciones está el humor sexista, la hipersexualización del cuerpo de las mujeres, la naturalización de la violencia contra ellas y la discriminación. Todos estos permiten que el nivel de tolerancia ante las agresiones contra las mujeres sea mayor o que se vea como algo “normal” (CONAVIM, 03/04/17 y CNN, 25/12/17).

Segundo, la descalificación

Se busca denigrar y descalificar con términos que minimizan la realidad de la violencia, las agresiones y los asesinatos de los que son víctimas las mujeres en nuestro país.

Al utilizar conceptos como “feminazi”, no solo se les agrede sino que se vincula una causa legítima que busca el respeto a la mujer y sus derechos, con uno de los movimientos más agresivos e intolerantes en la historia de la humanidad.

Tercero, las frases que hay que erradicar

La forma de expresarnos muestra nuestra manera de pensar y es un reflejo social. Con el lenguaje se puede naturalizar la violencia contra la mujer, los estereotipos, la discriminación y la desigualdad, así como invisibilizarlas (CONAVIM, 19/01/18).

Frases como “vieja el último” (como si fuera algo malo), “ese trabajo es para hombres” (como si ellas no pudieran) o “calladita te ves más bonita” (tu opinión no importa) minimizan el rol de la mujer, las limitan y justifican las agresiones y la discriminación contra ellas.

En la medida en que dejemos de usar aquellas expresiones que surgen de la violencia simbólica contra las mujeres, promoveremos un lenguaje más incluyente y tomaremos conciencia de la importancia que tienen las palabras para erradicar la violencia de género, un problema que debería de alarmarnos a todas y todos como sociedad.

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Carlos J. Guizar
  • Carlos J. Guizar
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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