El Covid-19 le ha quitado la vida a más de un millón 126 mil personas en el mundo y casi 41 millones se han contagiado. El número global de enfermos equivale a la suma total de las poblaciones de Honduras, Noruega, Suiza, Irlanda, Costa Rica, Croacia y Qatar (Johns Hopkins, 21/10/20 y Banco Mundial, 2019).
En marzo, cuando se declaró al Coronavirus como una pandemia, a pesar de la incertidumbre que causó y los estragos que fue generando, el ánimo no había decaído, solo que poco a poco vemos que la situación cambia.
Conforme pasa el tiempo y la tan esperada vacuna no llega; en los países que habían abierto sus economías, comienzan los rebrotes y después de siete meses no se ve una pronta solución, el estado anímico flaquea.
El Coronavirus ha afectado la salud física y mental. Actualmente se vive una fatiga pandémica por la incertidumbre, el aislamiento, la preocupación por el trabajo y la economía, el estrés, la depresión, la ansiedad y el temor a contraer la enfermedad.
Primero, el desánimo
La fatiga pandémica es una sensación de apatía, desmotivación y agotamiento, por las consecuencias de la pandemia. Esto hace que la gente se sienta indefensa, triste, preocupada, angustiada o frustrada, ocasionando cambios de humor, irritabilidad, falta de concentración, sentimientos de aislamiento, trastornos en el sueño y el apetito (CNN, 20/10/20).
En Europa, la mitad de la población vive fatiga pandémica, lo que hace que el ánimo decaiga y que aparezca el hartazgo, la rebeldía para seguir las medidas sanitarias, el cansancio y la preocupación por los riesgos que acompañarán a la temporada invernal (OMS-NY Times, 19/10/20).
Segundo, sobrecarga y cansancio
Este escenario preocupa todavía más en nuestro país ya que tres de cada cuatro mexicanos ya sufrían fatiga por estrés laboral antes del Covid y los estragos anímicos en general cada vez son más frecuentes (OMS-IMSS).
Debido a los cambios en nuestros hábitos, como el trabajo desde casa, el aislamiento o las medidas sanitarias, así como la demanda excesiva de atención a la que hemos forzado a nuestra mente, se ha generado un cansancio cognitivo, lo que, sumado al estrés, lleva a la fatiga pandémica (Infobae, 06/09/20).
Tercero, todavía falta
El hartazgo o la fatiga ocasionados por la pandemia, han hecho que muchas personas bajen la guardia, más aún, cuando perciben que los esfuerzos hasta ahora no han sido suficientes porque el Covid-19 sigue ahí.
Si bien es cierto que podemos caer en la desesperación, el desánimo o la frustración, es importante buscar actividades que nos mantengan activos física y mentalmente, que no nos sobresaturemos de noticias, que tengamos rutinas y busquemos un ambiente positivo. Cuidémonos y pensemos en los expertos de la salud porque para ellos han sido jornadas heroicas y no se pueden dar el lujo de fatigarse.