Décima y última gira conjunta del Presidente y la Presidenta electa. Ejercicio inédito, intenso e interesante. Con Michoacán, Colima, Jalisco y Nuevo León, completan los 32 estados.
En Manzanillo reciben a Claudia Sheinbaum con gran ovación, espontánea -que son las que cuentan-; quizá la más fuerte de toda la gira. La convocatoria es a un costado de la Plaza Cívica de Manzanillo. La carpa, entre el mar con barcos pesqueros y el malecón encharcado, queda a unos 100 metros del monumento a Benito Juárez, que tiene recargada en su pedestal una corona de flores seca, y que se quedó ahí olvidada desde el 21 de marzo será.

El Presidente llega acompañado de su esposa Beatriz. La gobernadora Indira Vizcaíno, se dirige en algún momento a ella: “… hay también un sacrificio familiar. Beatriz, tú lo sabes muy bien”. Y luego se dirige al hijo menor del mandatario. “Jesús Ernesto, ha habido un sacrificio de tu parte por el tiempo de tu padre que te correspondía… ha sido tu aportación personal a la transformación de México”. Luego se sube al velero del adiós. “Esto es un momento de nostalgia por razones evidentes”. Define la palabra nostalgia. “Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”. Por la reacción de los ahí presentes, arriba y abajo del escenario, todo indica que es cierto.
Habla el almirante Ojeda, secretario de Marina. Se refiere a Claudia como la “futura comandante de las fuerzas armadas”. Comandanta, mi Almirante. Discurso de ella. Más flores a Beatriz, quien porta un abanico café y le echa aire al Presidente de vez en cuando. Pa’ que no anden diciendo. Andrés Manuel López Obrador se recuerda: “tengo muchas cosas que me llevo: desde luego, el amor de muchos mexicanos, mujeres y hombres, y experiencias extraordinarias”. No hay una sola matraca. No hay banderines de Morena a la vista. Parecen de a deveras. Cuando dice “me acompaña mi compañera… me siento galán”, la raza: “¡beso, beso, beso, beso!”. Y luego tira una verdad, que quizá sea el punto de partida de todo: “el que les está hablando y que les quiere mucho, es el que conoce todos los municipios de México, no hay ningún mexicano… los he visitado todos, y más de una vez”.

De ahí a Michoacán. Reunión privada. En Morelia primera donde está Claudia Sheinbaum con el gabinete de seguridad en su calidad de Presidenta electa. Sábado a los Altos de Jalisco. Temacapulín. No hay señal celular. Estamos aislados en la realidad. Un mariachi con nuevo y sospechoso traje guinda, botonadura de plata, cinturón piteado y botas de charol -guindas- que ahí se estrenan, tocan sones. Le trepan un ‘amlito’ al del guitarrón.
Arriba, de pronto, tres helicópteros militares. Uno es el bueno, los otros dos, escolta. La gente los ve y se emociona. Uno aterriza en el campo de beis del pueblo; los otros dos que se quedan dando vueltas un rato. Le colocan un collar de flores y chiles al Presidente, a Claudia y al gobernador Alfaro. Éste, se lo quita. Se cuelga el de la soberbia; cuando pasa al micrófono, se desata la rabia. No lo dejan hablar. Se levanta Beatriz Gutiérrez Müller -presente de nuevo- y pide cesar a los inconformes. Sigue el griterío. Presidenta electa y Presidente dan chance al desahogo multitudinario un ratillo. Luego interceden por Alfaro. Funciona, pero éste tira provocaciones. Y va de nuez. Una y otra vez. Abucheos cuando habla o cuando lo mencionan o cuando se acuerdan de él o de su señora madrecita. Incontables veces.
Mucha gente de MC y Morena ocupan los asientos que eran para los pobladores. Mientras habla Sheinbaum, un taxista de Tlajomulco al que luego busco y se llama Francisco, grita: “¡Claudia, estoy bien enamorado de ti!”. Ella responde: “Yo también los amo”. En plural; es papa casada. Se resolvió el viejo problema de la presa del Zapotillo, sin que éste y otros dos pueblos (Acasico y Palmarejo) tengan que ser cubiertos por el agua. López Obrador reconoce la lucha que dieron: “estaban defendiendo una causa muy justa, pues era la desaparición de estos tres pueblos con toda su historia, sus templos, sus muertos”. Un niño pequeño, lugareño de los que morenos y emecistas dejan afuera al rayo del sol, porta una cartulina que dice: “Presidente, muchas gracias por no inundarnos el pueblo”.
Casi al remate de su discurso, Andrés Manuel López Obrador: “no quiero ser guía moral, hombre fuerte, caudillo, mucho menos cacique”. Los Presidentes se bajan con la gente. Selfies, autógrafos de libros… en la urgencia, un hombre se quita un tenis. Se los pasa. Y se lo firman los dos. Ya no lo va a volver a usar. Se va caminando de cojito. El mandatario se toma foto con los niños asoleados.

Domingo a Monterrey. Explanada de los Héroes. En los extremos del presidium, los empresarios Daniel Chávez -Fundador del Grupo Vidanta- y Francisco A. González Sánchez -presidente del consejo administración de Milenio/Multimedios-. Simbolismo no gratuito. Se informa sobre el programa Jóvenes construyendo el futuro. Samuel García, otro gobernador abucheado. Si quería medirle al termómetro, ya supo.
Es el último acto de las 10 giras. Claudia evoca los “momentos emotivos”. Andrés Manuel López Obrador habla del “cambio en armonía de la Presidenta electa y quien les habla, todavía Presidente Constitucional”. Luego da gracias. “A la ciencia, a la naturaleza, al creador y al pueblo”. Se refiere a Sheinbaum como “una giganta, porque hay que usar la a”. Se despide de a gente “con amor eterno” Dice que 'Juanga' es uno de sus tres compositores favoritos. Y se repite lo dicho en Temacapulín. “no quiero ser líder moral, ni caudillo, ni hombre fuerte, mucho menos cacique”. Hasta que se lo aprendan. Tira tres ¡viva la Presidenta! y luego tres ¡viva México! Va con la gente. Disfruta. Mañana no habrá besos.