“¡Buenos díaaaas!” ¿Qué tienen de buenos? —piensan al instante sus colaboradores más cercanos, aunque no lo digan—. Esta vez es una reportera la que lo convoca, a él, hoy en especial: “¡ánimo!”. No parece lunes, pese al traje y la corbata. Parece que nos quedamos instalados en el sábado… el sábado pasado, el de Culiacán… el del Culiacán que lo recibió en su novena gira acompañado de Claudia Sheinbaum, con la carta de El Mayo Zambada, vinculando al anfitrión, el gobernador sinaloense Rubén Rocha, como figura estelar en una trama de negociaciones y traiciones, donde el gran veterano del narcotráfico en este país, era el que se sentaba en la cabecera de la mesa.
En la conferencia hay que esperarse casi dos horas, para entrarle al tema. Habla una hora de corrupción, de Claudio X. González, de la protesta de la ‘marea rosa’, del tema de la sobrerrepresentación, de los jueces, de la liberación este ‘sabadazo’ del exgobernador poblano Mario Marín… luego el informe de los precios de las gasolinas, el de los avances en el Tren Maya. Pero las reporteras-reporteras y los reporteros-reporteros, como los pescadores. Aguantan, aguantan. Hasta que ya no hay de otra.
Le preguntan si le satisface la información dada por el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar. Responde con un x-tuitazo de Dolia Estévez, que lee: ‘Washington operó a espaldas de la embajada en México ante la desconfianza que tienen con Salazar por ser demasiado cercano a Andrés Manuel López Obrador’. El Presidente asume el tamaño del asunto a enfrentar las últimas siete semanas desde Palacio Nacional. “Es un asunto muy delicado muy delicado, aquí lo vamos a estar tratando diariamente y no se pueden ocultar las cosas. Y hay que decir toda la verdad, no ocultarle nada al pueblo de México. Y no solapar nada, a nadie, ni en México ni en el extranjero, no vamos nosotros a ser tapadera de nadie”. Le preguntan si sabía el gobierno federal que un comandante de la fiscalía de Sinaloa daba seguridad al El Mayo Zambada. “No, no sabíamos… muy mal”.
Le cuestionan el manejo de la información por parte de Estados Unidos en una supuesta buena relación de igualdad. “Ellos durante mucho tiempo han mantenido esa estrategia de buscar involucrar a gobiernos de otros países para mantenerlos débil y someterlos. No es el presidente Trump, no es el presidente Biden, es el modus operandi de la política estadounidense desde hace más de 200 años… también en Estados Unidos, algunos grupos no quieren entender eso, de ‘antes como antes y ahora como ahora’, y siguen queriendo meterse y someter, socavar, pero ya se dieron los cambios… de suerte, porque la política es virtud y fortuna, decía Maquiavelo, virtud y suerte, llegamos nosotros, con la moral en alto, no llegamos dejando trozos de dignidad en el camino”. Levanta el puño. Cerrado.
“No nos ayudaron los narcotraficantes, ni los delincuentes de cuello blanco, ni los dueños de los medios de comunicación… debemos lo que somos al pueblo, y no somos corruptos”. Manda mensaje al New York Times: “presenten pruebas de que el presidente de México está involucrado en el narcotráfico”. Misma solicitud a Tim Golden y a Anabel Hernández. “No las van a tener porque lo que estimo más importante en mi vida es la honestidad… van a tener que respetarnos. Al Presidente de México se le respeta. Y no es Andrés Manuel, es la investidura presidencial. Este es un gran pueblo y es una gran nación que merece tener un presidente honorable, no un presidente de mala fama pública, susceptible a ser ninguneado por cualquiera, ni en México ni en el extranjero”.
Vámonos. Y que se acabe el día. Que mañana será ese sábado. Otra vez.
@diazbarriga1
