Volveremos después del periodo vacacional a la “nueva normalidad” y si es “nueva”, significa que ¿trasciende lo que antes considerábamos normal?
O será, que de manera inmediata es necesaria una forma diferente de planear nuestras actividades, nuestros propósitos formativos, nuestros escenarios laborales, formas de convivencia.
Quizá más que “volver” sea construir una cotidianía distinta con todas sus implicaciones entre ellas el necesario proceso educativo.
Vivimos una época con múltiples transformaciones que cuestionan tanto los escenarios presentes como futuros, lo que implica una reestructuración en la forma de pensar y en la manera de organizarnos socialmente. En este escenario distinguimos dos palabras relevantes como menciona Edgar Morín “La educación asegura la formación del ser humano y la enseñanza es el arte o acción de transmitir a un alumno conocimientos de manera que los comprenda y los asimile” La educación comprende creencias, cultura, tradiciones, las que tienen una gran referencia social, que lleva implícita el conocimiento que se adquiere y se construye a través de la enseñanza.
Es necesaria una forma diferente de planear nuestras actividades
Cuerpo.....
El gran reto en esta “nueva” normalidad es enfática con los docentes, quienes son promotores de la nueva forma de pensar en las generaciones que vivirán el futuro que ya se está construyendo, generaciones que requieren contar con elementos que les permitan establecer nuevas maneras de relacionarse con el mundo en diversos ámbitos y espacios de convivencia, así como con el entorno natural.
Si bien es cierto que los cambios en la educación y enseñanza han existido siempre actualmente han sido muy rápidos y demandantes, el paso de la enseñanza tradicional a la enseñanza donde el maestro se centre, en los modos y formas para lograr que el alumno aprenda y construya su conocimiento, trasciende el tradicional modelo del profesor que exclusivamente dictaba cátedra sumando el reto de las modalidades de enseñanza presencial y virtual así como los avances tecnológicos. Ante esta circunstancia requerimos volver a ver a nuestros contenidos académicos también con nuevos ojos, para vincularlos con el contexto sociohistórico que les rodea rescatando las ilustrativas palabras del centenario y brillante filósofo Edgar Morín “El desarrollo de la aptitud para contextualizar y totalizar los saberes, se convierte en un imperativo en la educación”. _
Arlette López
Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM