Abro la página del periódico El Sur y leo con tristeza: "Siete muertos y cuatro heridos en una fiesta por el 10 de mayo en Corral de Piedra, sierra de Chichihualco".
En otra más: "Cuatro asesinatos ayer en el estado, incluido un reportero en Acapulco". En el mismo medio se anuncia: "Llegan 200 soldados más para reforzar labores de seguridad en Acapulco”.
Hace unos días en Chilpancingo, desprendido de cualquier interés político o de otra naturaleza, propuse un gran pacto contra la violencia, con todos los partidos, sociedad civil, organizaciones sociales, religiosas, empresariales, académicas, etc., pues sólo la unidad nos sacará adelante.
La presencia de más policía y Ejército no logrará que ceda la violencia si no va acompañada de inversiones y programas sociales especialmente orientados a nuestros jóvenes.
Tierra Caliente, otrora una de las regiones más productivas, vive hoy una de las peores crisis de su historia.
La gobernadora Evelyn Salgado ha acudido a reunirse con los alcaldes de la región; con su intervención se solucionaron los bloqueos de sus principales vías de comunicación.
Sin embargo, es urgente el apoyo federal, pues no hemos visto la presencia de ningún secretario o secretaria de estado que lleve la palabra de aliento del Presidente, quien tanto ama a la zona bañada por El Balsas, región a la que Lázaro Cárdenas entregara su corazón, ojalá pronto conozcamos los programas y las obras de su gobierno.
Por último, quiero que se entienda bien: no estamos en contra de la gobernadora, la conozco desde hace varios años y sé de su compromiso y amor por nuestra tierra. Lo que queremos hacerle sentir es que no está sola, que habemos muchos guerrerenses bien nacidos, que queremos que a Guerrero le vaya bien.
Del anecdotario
Ayer recibí la infausta noticia del fallecimiento del Guantes de Oro Fidel Guillén Cisneros. Fidelito llegó a Ciudad de México cuando éramos estudiantes y vivíamos en la colonia Villa de Cortés.
Sus facultades eran enormes. La coneja López lo descubrió pero el Guantes de Oro casi no comía (su alimentación era precaria, bolillo con plátano), así que sus dotes de peleador se vinieron al traste.
Un día desesperado me dijo: consígueme trabajo, ya no aguanto más.
Lo llevé con un viejo amigo de la familia, le platiqué de su historia y lo contrató.
Al despedirnos, el ingeniero Tayde Zamora sacó de su cartera un billete de 100 pesos y El Guantes de Oro se negaba a recibirlos.
—Tómalos por favor paisano.
A tanta insistencia los tomó.
En la planta baja del edificio había unos Caldos Zenón. Fidelito lo primero que me dijo con sus 100 pesos en la bolsa fue: te invito unos caldos.
—No, le contesté, guárdalos te van servir para otras cosas.
El Guantes de Oro insistió: acéptame la invitación, jefe por favor.
Con el paso de los años cuando fui gobernador busqué al ingeniero Tayde Zamora para nombrarlo director del Fideicomiso Industrial de Iguala.
Me preguntó por qué lo hacía, y le contesté: por su trayectoria y porque usted metió a trabajar al Guantes de Oro y le regaló 100 pesos. El ya ni se acordaba.
Adiós campeón sin corona.
La vida es así…