¿Puede haber algo más sintomático de lo mal que estamos que todo este escándalo que se generó en las redes sociales alrededor del Sonora Grill?
A alguien se le ocurrió publicar algo así como que en cierta sucursal de este famoso restaurante dividían a los clientes dependiendo de su color de piel.
¿Y qué fue lo que sucedió? Que el tema se volvió viral y comenzaron a circular cualquier cantidad de chistes, memes y ocurrencias burlándose de la situación.
En cuestión de horas aparecieron los defensores y los detractores del Sonora Grill. Usted los vio. Había de todo: políticos, comunicadores, influencers.
Nadie se tomó la molestia de investigar si esa información era cierta o falsa, de entrevistar a las fuentes autorizadas o de comprobar si no se trataba de un complot, de una venganza personal o de un distractor político.
Miles de personas dieron por hecho que eso era real y, peor tantito, que era algo normal, divertido. Ahí está el problema. La nota no es Sonora Grill. La nota somos nosotros.
Y no porque no enchufemos el cerebro antes de compartir una publicación.
La nota somos nosotros porque todos hemos vivido episodios de discriminación en México.
No importa si somos negros, prietos o pelirrojos. Judíos, cristianos o musulmanes. Lesbianas, homosexuales o trans. Adultos mayores, personas con discapacidad o simple y sencillamente mujeres.
A lo mejor a usted le negaron la entrada a un antro por verse “pobre”, lo obligaron a abrir sus bolsas en un almacén por su apariencia “sospechosa” o le negaron un empleo por “gorda”, por “viejo” o por “india”.
Evidentemente, después de toda una vida de tener esta clase de experiencias y de ver que nadie hace nada, uno queda resentido, normaliza la discriminación y acaba reproduciéndola.
Dígame la verdad: ¿usted no es una persona que ha sido despreciada por morena pero que a pesar de eso desprecia a los homosexuales?
¿Usted no es un “gay” del que se han burlado por ser “gay” pero que a pesar de eso se burla horrible de las lesbianas?
¿Usted no es una mujer que ha sido atacada por su arreglo personal pero que a pesar de eso ataca a otras personas, incluso a otras mujeres, exactamente por lo mismo?
Muchos mexicanos así crecimos, así nos educaron. Y no, no es normal. Ni lo fue antes ni lo es ahora.
Hoy, con la prodigiosa capacidad que tenemos de entender esta clase de conflictos y de comunicarlas gracias a la democratización de los medios y del acceso a las redes sociales, urge poner estos temas sobre la mesa.
Pero no como algo chistoso o como algo dirigido a perjudicar a un negocio en especial. Urge que lo hagamos bien.
Cuando hacemos un chiste sobre la discriminación, sí, ¡qué rico!, nos desahogamos de toda la rabia que muchos llevamos dentro, pero al mismo tiempo la “renormalizamos”, la promovemos.
Y ni le cuento del daño que le podemos hacer al establecimiento en cuestión. Sonora Grill es un gran restaurante y jugar a que lo “denunciamos”, no va a cambiar en nada el verdadero problema que hay detrás de esto.
¿Puede haber algo más sintomático de lo mal que estamos que todo este escándalo que se generó en las redes sociales alrededor de esta historia?
Por favor piénselo y de una buena vez por todas, dejemos de discriminarnos.
Álvaro Cueva