Yo siempre pensé que Carolina Miranda (“Tierra de esperanza”) era una buena actriz.
No, perdóneme. Carolina Miranda es una súper archi mega recontra actriz. La acabo de ver en “Esmeralda”, en la nueva temporada de “Mujeres asesinas”, en VIX, y no puedo creer el tamaño de monstruo actoral.
Voy a hacer lo que nunca he hecho en 37 años de carrera como crítico profesional: le voy a poner un reto con cronómetro.
Usted vea el capítulo y cuando llegue al minuto 40:43 deténgalo, respire hondo y dele “play” hasta llegar al 43:30. Esa “pequeña” secuencia es como para el Oscar.
Carolina deja de ser humana para comenzar a convertirse en un animal. Observe su mirada, sus manos. Escuche su voz.
Si esto no le basta para ovacionarla, espérese a lo del dedo o al minuto 67. No va a dar crédito.
Ese personaje, que originalmente era una chica universitaria como hay tantas, se termina convirtiendo en una máquina de matar. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
Casi nunca hablo de estas cosas pero me veo obligado a hacerlo: las audiencias tienden a mal-etiquetar a las mujeres como la señora Miranda. Tal vez por su tipo físico. Tal vez por sus antecedentes.
Olvídese de cualquier etiqueta, de cualquier prejuicio y dispóngase a disfrutar de una cátedra de actuación en una serie producida por Rafael Cuadros, Luis Luisillo, Francisco Casasús, Vincenzo Gratteri, Manuel Badía y Jorge Bermúdez donde cada episodio equivale a una película completa que puede competir contra lo mejor que hay en cartelera.
Luche por ver lo nuevo de “Mujeres asesinas” en VIX. Le va a gustar. De veras que sí. Y terminará amando, como yo, a figuras como Carolina Miranda. ¡Felicidades!
MÓNICA Y ALBERTO
No hubo alfombra roja ni evento de gala, pero yo no podía dejar de ir a la primera función de “Réquiem”, el viernes pasado, a las 19:00, al Foro Shakespeare.
¿Por qué? Porque sus protagonistas son dos de los más grandes titanes del teatro mexicano: Mónica Huarte y Alberto Estrella.
Porque el dramaturgo es un señor de lo más talentoso de Monterrey llamado Reynolds Robledo al que le he visto grandes propuestas como “Carne”.
Y porque su director es una de las máximas instituciones de los escenarios de este país: el maestro Enrique Singer.
¿Qué podía salir mal? Nada. Eso es garantía. Y no me equivoqué.
Yo no conocía la obra. No puedo comparar. Pero me encantó. Es una experiencia que debería ser comentada a gran escala por lo que dice.
No le voy a vender trama para no arruinarle lo que va a ver pero es el rudísimo encuentro entre un sacerdote y una abogada en Estados Unidos.
Usted seguramente pensará: nada qué ver. Lo increíble es que ambos personaje se parecen más de lo que quisieran, representan cosas igual de cuestionables, y lo que hacen marca la vida y la muerte de los demás.
Estructuralmente aquello no puede ser más perfecto.
Mónica está soberbia. Puede ir de la furia a la devastación en menos de dos parlamentos.
Alberto es un genio. No cualquiera interpreta a alguien que “interpreta”, que reprime. Y él lo hace excelente.
Regálese esta experiencia, ideal para padres de familia con hijos adolescentes. Además, es breve y terapéutica. La temporada será muy corta. Ni lo dude: corra a verla ya. Saldrá pensando. Saldrá viviendo.
P.D. Por favor cómprenle zapatos de su talla a la actriz.