Espectáculos

Lo nuevo de "House of The Dragon"

He tenido el privilegio de reseñar para usted los más importantes contenidos que se han generado en México y el mundo desde 1987.

Lo he visto todo y le he escrito de todo, desde la serie más asombrosa hasta la telenovela más memorable pasando por el “reality” de mayor impacto, el documental más increíble y los más grandes momentos históricos.

Sé de esto. Y le juro que lo que va a pasar este domingo 16 de junio en HBO es uno de los mejores títulos que he visto en mi vida. Me refiero a la temporada dos de “House of The Dragon”.

Todavía no me repongo del golpe emocional, del nivel dramático, de lo alcanzado en términos de producción. Es una obra maestra. Punto.

Permítame ordenar mis ideas para que le explique lo que usted va a poder gozar en ese canal de televisión de paga y, por supuesto, en la plataforma MAX.

“Game of Thrones” es la serie de series, la cúspide de muchas cosas gloriosas. Aquí pasó algo. Usted, seguramente, o tiene el antecedente o ha oído hablar del antecedente.

“Game of Thrones” ya no es sólo “Game of Thrones”. Al igual que “Harry Potter” y los superhéroes de “DC” ahora es un universo.

“House of The Dragon” es una serie del universo “Game of Thrones” que narra lo que pasó con una de las casas que le dio sentido a este concepto muchos años antes de lo que ya vimos.

Es una suerte de precuela. Y digo una suerte porque, honestamente, no es necesario que usted haya visto “Game of Thrones” para que la entienda.

¿Cuáles son las aportaciones de “House of The Dragon” frente a “Game of Thrones”? Yo me quedaría con lo íntimo.

Más allá de todo lo social, lo político y lo de género, mientras que lo que más destacaba de “Game of Thrones” era el derroche de efectos para ver batallas épicas y dragones matándose entre hielo y fuego, aquí vibramos con un parto, con el duelo de una madre, con situaciones dirigidas mucho más hacia el interior de los personajes.

Todo esto, sin que dejemos de ver un auténtico desenfreno de secuencias con multitudes, efectos especiales y, obviamente, dragones.

¿Qué pasa con la temporada dos de “House of The Dragon” después de la uno? No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia. Sólo le diré que lo que pasó en el primera temporada es nada en comparación con lo que va a pasar en la segunda.

Cada capítulo tiene una bomba que explota cada vez con más fuerza. Tengo la impresión de que los escritores George R. R. Martin y Ryan J. Condal dijeron: aquí no vamos a hacer esperar a nadie.

Si en una escena los personajes dicen que van a hacer una cosa, nada de que vamos a esperarnos hasta el capítulo ocho a que lo hagan. Ahí, ya, rápido. Lo hacen.

Y eso, en lugar de que represente el final de un conflicto, lo catapulta. Por eso esta serie llega a lo sublime.

Estos genios no sólo han conseguido el milagro de conmover al público lo mismo con un dragón que con un bebé. Están creando el primer gran tratado audiovisual sobre el odio.

Cuando uno está frente a esto se emociona, pero también aprende cómo se mueve el mundo, cómo algo personal se puede convertir en un todo social, cómo a través de la comunicación se puede manipular a la gente para efectos políticos, cómo moviendo los hilos adecuados se puede iniciar una guerra.

“House of The Dragon” perfecciona el “ojo por ojo” y tiene una capacidad metafórica tan gigantesca que cada persona de cada país le puede encontrar un sentido. Su sentido.

Yo, como mexicano, por ejemplo, veo a los personajes de esta maravilla y siento que me están hablando de dos proyectos de nación, de dos mujeres peleándose por el trono tal y como Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez lo acaban de hacer.

Sí, yo sé que suena a: Álvaro ya se volvió loco. Pero es que esta propuesta es arte. Dice cosas.

De seguro alguien en Estados Unidos va a relacionar esto con sus gobernantes. Y lo mismo pasará en Argentina, en Corea y en Alemania.

Por si todo lo que le acabo de decir no fuera suficiente, la parte cinematográfica de “House of The Dragon” está llena de aportaciones.

Lo obvio es lo macro. Que si las batallas, que si los efectos, que si los dragones. ¡No! Además de eso, aquí hay que ir a lo micro: a la antorcha que cae al suelo y rueda, y que al rodar va moviendo la luz.

Al acercamiento milimétrico al ojo izquierdo de una actriz en una secuencia muy específica. Al trazo coreográfico de dos hermanos que al pelear con sus espadas mandan mensajes escalofriantes.

Es sobre el odio. Es sobre el poder. Es sobre la venganza. Es lo nuevo de “House of The Dragon”.

Le recomiendo que si no la ha visto o no acabó la primera temporada, la vea y se ponga al día porque lo que va a ocurrir con esta serie hará historia. De mí se acuerda.

Luche con todas sus fuerzas por ver el estreno de la temporada dos de “House of The Dragon” este domingo en HBO y MAX.

Consulte la guía de programación de su operador de televisión de paga porque los horarios varían dependiendo de la ciudad donde usted viva. Lo del “streaming” en MAX va a ir amarrado a lo que ocurra en la televisión.

Y qué bien porque eso le va a permitir vivir una experiencia cinematográfica de verdad, gozar de un episodio por semana, tener la oportunidad de procesarlo, de comentarlo.

No se trata de caer en ansiedad. Se trata de ser feliz y aquí usted, como yo, sí va a poder ser feliz. Le va a gustar. De veras que sí.


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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