Hablemos con seriedad de las coberturas de las elecciones del 2 de junio. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Quién lo hizo bien? ¿Quién lo hizo mal?
Antecedentes: he cubierto todas las elecciones presidenciales desde 1988 y debo decir, con bastante orgullo, que lo que vivimos el domingo pasado también fue especial en términos mediáticos y digitales.
¿Por qué? Porque más allá de la espectacularidad de los resultados, tuvimos dos notas.
Uno: recuperamos el entusiasmo periodístico. Y dos: presenciamos el final de una era, el inicio de otra.
¿A qué me refiero cuando le digo que recuperamos el entusiasmo periodístico?
A que por primera vez, en sexenios, se notaron las ganas de muchos departamentos de noticias por innovar, por romper esquemas, por hacer cosas diferentes, por ganar.
¿Qué le trato de decir cuando afirmo que aquello fue el final y el principio de una era?
Que fue muy evidente el fracaso de los que se quedaron en el pasado, que ya no los volveremos a ver y que su lugar lo ocuparán otras personas, otras instancias. ¡Hasta nunca!
Universo: vi todas las coberturas que pude en todas las señales a las que tuve acceso. Algunas por televisión tradicional. Algunas por internet.
Estos fueron los contenidos que monitoreé en orden alfabético. Una disculpa a los que no pude seguir:
24 Horas (TVE), Al Jazeera, Aristegui, Atypical, BBC World, Canal 22, Canal Catorce, Canal del Congreso, Capital 21, CNN,CÑÑ, El Financiero Bloomberg, El Heraldo Televisión (Canal 8), El Once, Excélsior TV, FORO, France 24 e Imagen Televisión.
Además de Julio Astillero, La Saga, Las Estrellas, Latin Us, Los Periodistas, MexiquenseTV, Milenio Televisión, Multimedios Televisión, MVS Televisión, N+ (Televisa), QuieroTV, Reporte Índigo, RT en español, Telefórmula (Radio Fórmula) y UNO TV.
Todas estas frecuencias se esmeraron por participar. Algunas desde muy temprano. Otras, a partir del momento en que cerraron las casillas. ¡Gracias! ¡Felicidades!
A usted le suplico que se sensibilice y aprecie lo que sucedió. Cubrir una elección nacional en un país como México es carísimo, mucho muy complejo y el peor de los negocios.
Estamos hablando de decenas, de cientos, de miles de reporteros, conductores, familias de producción, técnicos, directivos y ejecutivos trabajando en vivo desde lugares lejanísimos, muchas veces en condiciones infames.
Siempre hay problemas técnicos. Siempre hay situaciones inesperadas. Siempre hay peligro. Siempre hay que estar preparado. ¿Para qué? Para todo.
Desde que el INE no cumpla con los horarios que anuncia hasta con que el analista llegue en estado inconveniente pasando por entrevistados de última hora a los que no hubo tiempo de estudiar, por accidentes automovilísticos, calles cerradas, el sobrecalentamiento de las máquinas y más, muchísimo más.
Y todo cuesta. Desde los aparatos, las escenografías, el vestuario y las comidas hasta los boletos de avión, los gastos de viaje, el papel de baño y las botellas de agua.
No hay patrocinador que acepte respaldar algo así de grande, así de comprometedor.
¿Entonces por qué se hace? Cuando se hace bien, es por vocación, por convicción, por un compromiso con las audiencias. Cuando se hace mal, es para influir (lo cual no es muy distinto a manipular), para atender agendas, para ejercitar el brazo corporativo.
Tengo cualquier cantidad de apuntes de todas las emisiones que vi pero por respeto a su tiempo sólo me voy a quedar con los ejercicios más periodísticamente relevantes: Televisa, Milenio, Telefórmula, Medios públicos y algo que llamaré “internet”.
Televisa: vamos a decirnos la verdad. Mucha gente, cuando habla de elecciones, noticieros y Televisa se deshace en odio afirmando que es una combinación macabra, manipuladora y 100 por ciento parcial.
Le doy mi palabra como crítico profesional de televisión con más de 37 años de experiencia que lo que Televisa hizo el domingo pasado no sólo fue hermoso. Fue histórico.
Por más que usted le busque, por más que usted quiera, no va a encontrar una sola imperfección legal o ideológica en el trabajo de estos genios que se expresó por tres canales de televisión, nueve señales locales y cinco destinos digitales.
Gracias a N+, por primera vez en la historia pudimos ver una elección presidencial, en directo, en un sistema de distribución de contenidos en línea (VIX).
Por primera vez en la historia vimos la unión de dos empresas competidoras (Televisa e Imagen) fusionadas en una transmisión especial (“Nos queda la palabra”) de 90 minutos.
Por primera vez en la historia, una elección remató, en televisión, con una mesa de análisis donde todas las participantes eran mujeres.
¿Quiere que le siga? A esto me refiero cuando hablo de entusiasmo periodístico. ¡Puros momentos históricos! ¡Puras ganas de comerse al mundo!
¿Qué hacen todos cuando hay elecciones? Mesas de análisis. ¿Cuándo? Al final. Televisa dijo: no. Y la hizo a las 10 de la mañana reuniendo a los titanes de ayer, hoy y siempre.
¿Cuándo imaginó usted ver a Epigmenio Ibarra en Las Estrellas? Y Epigmenio no se vende.
¿Y qué me dice de Fernanda Caso? Esa mujer es la periodista más maravillosa que ha dado este país en los últimos años. Su combinación de sabiduría, memoria, capacidad de análisis, encanto, contacto con las audiencias y manejo de tecnología no la tiene nadie.
¿Qué le pareció el musical? Sí, hubo un musical. ¿Qué opina de todas esas piezas hermosísimas donde la gente de la calle le quitaba su posición de estrellas a los periodistas que normalmente se lucen en esta clase de eventos?
Bueno, ya. El colmo: ¿pudo haber algo más divino que volver a ver a Eduardo Salazar reporteando desde el helicóptero de Televisa?
Cambio de asunto para no saturarlo. Vámonos a Milenio. Una vez más tuvimos la fusión de Milenio con Multimedios en un ejercicio periodístico luminoso, valiente.
Lo debo decir con todas sus letras: Milenio Televisión fue la señal de las exclusivas.
Mientras que todo el mundo estaba o en la prudencia o en el odio, Milenio le ganó a todas, a absolutamente todas las señales a la hora de las noticias duras, de las notas que se estaban dando al momento.
Para eso se requiere de un astucia admirable y de un sistema nervioso a prueba de balas. ¿Quién ganó, por ejemplo, lo de Clara Brugada? Milenio. ¿Quién ganó lo de Xóchitl? Milenio. ¿Quién ganó lo del Zócalo? Milenio.
Dígame algo que no haya ganado Milenio. No una entrevista, una nota. Lo que más cuenta en este negocio.
Esto es importante porque, en los últimos sexenios, Milenio había perdido esto para irse por el lado de las mesas de análisis.
No, ya no. Las cosas vuelven a su destino y Milenio recuperó, para México, para bien, esto que fue lo que lo puso en el mercado. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
Rápidamente, porque esto da para un libro entero, quiero felicitar a Telefórmula por ofrecernos la más suculenta combinación de lo mejor de la radio con lo mejor de la televisión.
Era gratísimo ver y escuchar a esos figurones entrando y saliendo, imponiendo estilos, tonos y carácter. No sé usted pero yo aquí pude sentir, como en ningún otro lado, la personalidad de todos los comunicadores. No sólo de uno.
Y eso es lo que hace que uno ame lo que está mirando, que se apasione, que lo viva.
¿Qué fue lo que pasó en los medios públicos? Otra célebre unión de frecuencias que ofreció ese contrapeso ideológico tan necesario en un proceso electoral.
¡Gracias por aclarar las cosas! ¡Gracias por combatir la infodemia! Y gracias, en especial, a MexiquenseTV, Canal del Congreso y Capital 21 por tener su propia voz.
Hubiera sido un error quedarse sólo con la unión de transmisiones. Lo de Capital 21 fue precioso. La primera elección a jefe de gobierno cubierta, bien cubierta, por el sistema de medios públicos de la capital de todos los mexicanos. ¡Bien!
Internet. ¿Qué pasó con eso que llamo “internet”? Muchas cosas buenas. Muchas cosas espantosas.
De lo bueno, me quedo con “Los periodistas” y “Julio Astillero”. De eso se trata YouTube. ¡Gracias!
De lo malo, con la pena, debo denunciar a Atypical. La transmisión de mensajes de odio no es libertad de expresión y tiene que haber un castigo para eso.
No se vale usar ningún medio ni ninguna plataforma, por más molestos que estén los participantes, para insultar a alguien como Denise Maerker, que finalmente es una dama, o para desprestigiar a una empresa como El Heraldo Televisión. ¿O usted qué opina?