Cuando me dijeron que “El conquistador” era el mejor “reality show” de supervivencia extrema del mundo me reí por dentro y pensé: “esta gente me quiere ver la cara de tonto. ¡Por supuesto que no!”
“¡Y luego en México donde esta clase de programas están posicionadísimos y tienen a un público súper-cautivo! ¡Típica guerra de televisoras! ¡Pan con lo mismo! ¡Qué flojera!”
¡Pues qué cree! Tenían razón. Jamás había llegado ni a México ni a ningún punto de América Latina un “reality show” de supervivencia extrema tan bueno como “El conquistador”.
Si usted ya era público de este tipo de contenidos, lo dejará todo para estar aquí. Y si no, enloquecerá de placer con una experiencia increíblemente sensacional.
Para que nos entendamos, vamos a establecer la situación: cuando hablamos de “reality shows” de supervivencia extrema estamos hablando de ejercicios de televisión real filmados en tierras lejanas con atletas de alto rendimiento, mujeres y hombres con poca ropa, compitiendo en equipo y de manera individual en unas pruebas como de videojuego pero trasladadas al mundo real.
Hay que correr, nadar, trepar, luchar, montar, desmontar, subir, bajar, rodar, lanzar, ensartar y mil cosas más en agua, tierra, bajo el sol, en el lodo, donde sea. Y todo por una bolsa de arroz, un plátano o algo todavía más patético, contrarreloj.
“El conquistador” parte de esto, pero lo redefine, lo corrige, lo actualiza y lo catapulta.
Ya no es lo obvio. Ya no es el lugar común. Ya no se necesita encuerar a las participantes, a los participantes. El público recibe mil veces más información, mil veces más emoción y mil veces más producción por capítulo.
Y se puede ver tanto en Canal 5 de televisión abierta privada nacional como en VIX donde, en la cúspide de la inteligencia, hay aportaciones adicionales tipo “La casa de los famosos”.
Como espectáculo deportivo, esto no tiene comparación. Tenemos todos los valores del deporte pero elevados a una potencia tan, tan, pero tan alta que las mujeres se empoderan como jamás habíamos visto en esta clase de materiales y los hombres se quiebran gruesísimo.
Unos lloran, entran como en psicoanálisis. Otros, de plano, no resisten y se agarran a golpes con el compañero. Y ni hablemos de los que se lesionan horrible desde el primer minuto porque entonces sí no acabaremos jamás.
Hay una auténtica sabiduría en la selección de participantes porque todas y todos, sin importar en dónde vivamos, no sentimos representados.
Y la narrativa es excepcional porque la traducción de todo lo que se está viviendo ahí, a televisión, a “streaming”, es como para ir a darle un premio a las escritoras, a los escritores, a las editoras, a los editores.
Amazonas, Titanes y Centauros (así se llaman los equipos) nos están dando grandes lecciones de vida y mi olfato me dice que lo que hemos visto hasta ahora es sólo el principio porque esta producción no para de superarse.
Cuando uno cree que lo ha visto todo, llega un duelo de supervivencia más extraño, más pesado. Una dinámica más sádica, más compleja.
A mí me gusta mucho esto porque no sólo es deporte. Hay temas de inteligencia y sensibilidad. ¡Gracias!
¿Pero sabe usted cuál es el más grande acierto de esta emisión? La conducción estelar de Julián Gil y Valeria Marín.
¿Cuándo había visto usted a una pareja de recién casados que pasara su luna de miel conduciendo un “reality show” de supervivencia extrema?
¡No se puede ser más listo en la vida! Con Julián y Valeria tenemos todo el amor, pero también toda la belleza y toda la autoridad.
He tenido el privilegio de ver a Julián triunfando en decenas de proyectos. El señor la ha hecho de Dios, la ha hecho del diablo. Es un muy buen actor pero aquí está brillando como nunca.
Y Valeria es una inmensa periodista deportiva. Usted seguramente también la quiere. Usted seguramente también la respeta. ¡Valeria y Julián, juntos, son dinamita!
Luche con todas sus fuerzas por ver “El conquistador” ya sea por Canal 5, VIX o Univisión. Sí es el mejor “reality show” de supervivencia extrema del mundo Le va a gustar. De veras que sí.