Política

Equivocado

  • En Corto
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  • Alejandro Maldonado

La batalla de Little Bighorn ocurrió entre el 25 y 26 de junio de 1876. El lugar de enfrentamiento fue en Montana. El hombre que lideraba a 700 soldados estadounidenses era nada menos que George Armstrong Custer, conocido como “El General Custer”. El rango lo obtuvo cuando tenía apenas 23 años.

Custer decidió dividir sus fuerzas en tres contingentes. Él quedó al mando de entre 210 y 260 combatientes. Ante el feroz contra ataque de las tribus nativas americanas lideradas por “Caballo loco” y “Gall”; Custer y sus hombres fueron rodeados en “Last Stand Hill”, “Colina del Último Bastión”. Luego de un combate feroz, el “General Custer” y todos sus soldados fueron aniquilados.

Custer pudo haber contado con el apoyo de otras dos columnas de militares, pero decidió actuar de manera independiente, subestimando la fuerza y determinación de los nativos. Asemás, no tenían municiones suficientes, y las carabinas “Springfield” de sus soldados, sufrían atascos debido a los cartuchos de cobre, que se expandían con el calor del disparo continuo, dificultando la recarga.

En general somos propensos a confiar en nosotros mismos y nuestras capacidades, en el ámbito que sea. Pero tarde que temprano viene el descalabro: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”, (Proverbios 16:18).

Lo más trágico es que esto pueda ocurrir en el plano eterno. No es cuestión de religiones, “creencias”, ceremonias, ritos, esfuerzos personales, moralidad, sacrificios, o buenas obras. Dios es muy claro: Una eternidad de gozo o sufrimiento nos aguarda. Él ya hizo todo para que estemos en el Cielo para siempre, pero no nos obligará a ir con Él en contra de nuestra voluntad. Él nos ama de una manera que sobre pasa todo entendimiento, y estableció la vía para que obtengamos gratuitamente perdón de pecados y salvación: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, (Juan 3:16). Jesús no dejó lugar a dudas al decir: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, (Juan 14:6).

“No seas sabio en tu propia opinión”, “Profesando ser sabios, se hicieron necios”, (Proverbios 3:7 y Romanos 1:22).

Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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