En San Ángel, Ciudad de México, se encuentra Foto Graciela, estudio de fotografía que de milagro subsiste en estos tiempos de la imagen digital.
Fue fundado hace 62 años por el actor Manuel Arvide Rendón. Su hija, Marisol Arvide, nos muestra en su escritorio algunas fotografías de sus clientes distinguidos, en tamaño pasaporte o credencial.
Famosos políticos, escritores, diplomáticos y actores han posado frente a sus ahora vetustos lentes. En un juego de lúdica especulación, pensé cuál habría sido el motivo de ellos para hacerse su retrato.
Veo a Carlos Salinas de Gortari muy joven, cuando todavía peinaba algo de cabello en la frente, mirada penetrante y sus características orejas hacia afuera La fotografía podría corresponder a su época de estudiante de economía en la UNAM para obtener su credencial del PRI cuando planeaba su ascenso al poder.
Observo la foto en blanco y negro del que fuera secretario de Hacienda, Hugo B. Margáin, de porte distinguido, calvo y de lentes. Quizá se la tomó para obtener su pasaporte diplomático como embajador ante el Reino Unido, luego de que Luis Echeverría lo removió del cargo al advertir que las finanzas del país se manejan en Los Pinos.
Ahí está Gabriel García Márquez de buen semblante, con sus angulosas cejas y el mostacho entrecano. Tenía su casa en Farallón, Jardines del Pedregal. Porta camisa negra, el cuello abierto, sin saco. La fotografía tamaño pasaporte podría haber sido hecha en la época que el Nóbel fungió como mediador diplomático entre Fidel Castro y Bill Clinton ante los ataques terroristas de cubano-estadounidenses en Cuba.
Increíble, aparece el inmarcesible Augusto Gómez Villanueva, quien vive en Rafael Checa, Chimalistac, muy cerca del estudio fotográfico. Recién cumplió 92 años, actual diputado del PRI y diputado por primera vez en 1965. El tiempo no pasa por el ex senador, ex secretario, ex embajador y antiguo escudero del echeverrismo.
El diplomático José Juan de Olloqui fue embajador en Estados Unidos y en el Reino Unido. Vivió en Francisco Sosa, Coyoacán. Hay una fotografía ovalada, ya mayor, como las que se usan para los títulos universitarios, quizá se la tomó para el título de doctor en derecho que obtuvo por la UNAM.
En el escritorio de Foto Graciela, debajo del vidrio, también se pueden ver caras conocidas del mundo del cine, como el director Emilio Fernández, de mirada turbia, quien vivía en la calle de Dulce Olivia, en Coyoacán. El Indio podría haberse tomado la fotografía para obtener su credencial como miembro de la ANDA.
En el mosaico fotográfico resalta la belleza de Silvia Pinal, en una foto a color. Aparece madura, rizada la cabellera rubia, rostro ovalado, pómulos resaltados, la mirada algo triste. Sus finas facciones me recordaron su juventud cuando actuó en Viridiana de Luis Buñuel.
Sonreí al ver la cara seria de Gaspar Henaine, muy formal, de traje y corbata, con su bigote tan largo como la boca. En los sesenta era divertido ver en la tele a Capulina junto con Viruta, excelentes cómicos de humor blanco.
Estos son algunos de los célebres retratos de personajes que desfilaron durante seis décadas frente al lente de los Arvide, parte de una industria en peligro de extinción: la fotografía impresa que se resiste a morir.
Agustín Gutiérrez Canet
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@AGutierrezCanet