Hace una semana me equivoqué al pronosticar que el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEUC) se iba a posponer para 2020, cuando la mayoría de las señales eran negativas.
Desde un principio, el tratado dependía de la exigencia de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en alianza con los sindicatos estadunidenses, de que nuestro país cumpla cabalmente con la reforma laboral y con el ambiente.
La difícil negociación nos la cuenta con detalle la reportera Megan Casella, de Politico, quien hizo una reconstrucción de los hechos:
Temerosa de que México no implementara las protecciones laborales, Nancy Pelosi reunió a fines de septiembre en su oficina al negociador Jesús Seade y al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y les lanzó un ultimátum: “Tienen que hacer esto” (respetar la democracia sindical).
Seade y Ebrard fueron tomados por sorpresa y fueron incapaces, según la nota, de explicar adecuadamente a Pelosi cómo se asignó menor presupuesto a la Secretaría del Trabajo y cómo México podría cumplir sus promesas de protección sindical.
La enérgica dama del Capitolio desconfiaba de la falta de compromiso de México debido a que los anteriores gobiernos no respetaron la carta paralela del TLC en material laboral. Pelosi, que también estaba tratando de convencer al líder de la cúpula sindical AFL-CIO, Richard Trumka, pieza clave para lograr el acuerdo en el Congreso, no estaba segura de que México se comprometería.
Pelosi no avanzaría el pacto sin el apoyo de Trumka, temerosa de no contar con el apoyo clave de los sindicatos a los candidatos demócratas en la próxima elección presidencial.
El sábado, Pelosi llamó al representante comercial Robert Lighthizer y el fin de semana conversó con Trumka para obtener su apoyo. El lunes, Trumka llamó a la Casa Blanca para hablar con Donald Trump sobre el acuerdo y le pidió que adelantara un proyecto de ley de rescate de pensiones junto con el USMCA, sigla en inglés del acuerdo.
Trump respondió que lo consideraría. Trumka luego informó a su consejo ejecutivo y le dio a Pelosi su aprobación. Todo estaba listo.
Así fueron las intensas negociaciones de los últimos días en Washington, según el informe del portal estadunidense Politico, que impulsó Pelosi.
Finalmente, comparto una reflexión del economista Tomás Peñaloza:
“La prensa en México genera la impresión de que sin tratado el país está perdido, y que con el tratado vamos a tener una economía boyante. Ni lo uno ni lo otro es cierto.
“El TMEUC reduce la incertidumbre, pero una menor incertidumbre no produce riqueza per se. El TLCAN modificado tiene ventajas y desventajas frente al TLCAN anterior. En algunos aspectos nos beneficia frente al TLCAN y en otros reduce los beneficios de los que gozamos con el TLCAN (si no fuera así, cabría preguntarse por qué los EU lo proponen y lo festejan).
“El fondo del asunto es que la riqueza y el bienestar provienen de la inversión productiva que genera empleos, riqueza y bienestar… Si un tratado de comercio exterior promueve ese fin, bienvenido, pero nada ni nadie puede sustituir el trabajo y la inversión nacional”.
Entendido. La inversión extranjera debe ser complementaria de la nacional.
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@AGutierrezCanet