En estos días cruciales para el futuro del país, México está unido.
La historia nos enseña que la nación mexicana pierde cuando los mexicanos nos dividimos por ambiciones personales y partidistas.
Desde nuestro origen, hemos luchado entre hermanos como Caín y Abel, con una visión maniquea de la historia de buenos y malos. No es deleznable tener ideales y defender una causa, el problema es el egoísmo y la miopía, relegando por el poder el bien superior de la nación.
Hay que recordar las lecciones de la historia para evitar los errores del pasado.
Fuimos incapaces de conservar el vasto territorio que el México independiente heredó de la Nueva España, gracias al Tratado Adams-Onís de 1821.
Primero perdimos Texas. Luego fuimos vencidos y obligados a ceder California, Arizona, Colorado y Nuevo México. En plena guerra contra Texas, iniciada por los mismos colonos angloamericanos que recibieron de nuestro país hospitalidad y tierras, el traidor Lorenzo de Zavala se alió con ellos para independizarse de México, motivado por su odio contra el dictador Santa Anna.
En plena invasión de Estados Unidos, que resultó en la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, los polkos prefirieron dar un golpe de Estado contra el gobierno liberal de Valentín Gómez Farías, en lugar de defender el puerto de Veracruz, que estaba bajo el asedio de la armada estadunidense.
La nación progresa cuando la unión está basada en el respeto a las leyes y en el bienestar del pueblo. No puede haber unión en la corrupción ni en la ignominia.
Por ello, a diferencia de Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador goza lo que no obtuvo su antecesor: amplio respaldo ciudadano ante las amenazas del presidente Donald Trump.
Algunos críticos de López Obrador han reconocido que el Presidente se ha abstenido de caer en el juego de envolverse en la Bandera Nacional, como lo hicieron varios de sus predecesores, incluido Luis Echeverría con el que lo equiparan.
Un adversario como el industrial Alberto Baillères, en un gesto de nobleza, elogió la carta dirigida a Trump por López Obrador: usted, le dijo, es un “Jefe de Estado que sabe defender los intereses de nuestro querido México de una manera constructiva”.
En este periodo difícil, México enfrenta unido a un gobierno inamistoso, que amenaza con implantar aranceles progresivos por razones migratorias, que solo se pueden controlar con una responsabilidad regional compartida.
Mientras México está unido, los Estados Unidos están desunidos. Los congresistas de su propio partido se oponen a las medidas comerciales de Trump, porque las tarifas a México significan, paradójicamente, subir los impuestos a sus electores.
El destino de la economía mexicana dependerá, en cierta medida, de que republicanos y demócratas se unan para eventualmente desechar el veto presidencial contra la ley que impida los aranceles. Ojalá lo logren por el bien de México.
Posdata
Coincido con mi amigo el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, en que la diplomacia mexicana no se practica con tuits, y menos por quienes estamos retirados del Servicio Exterior Mexicano.
gutierrez.canet@milenio.com
@AGutierrezCanet