La historia tendrá un antes y un después de Fidel Castro. Su liderazgo en el Siglo XX y en los inicios del XXI fue innegable. Especialmente, durante los conflictos mundiales y los realineamientos en el contexto de la Guerra Fría. Su ideario sigue inspirando a muchas generaciones y su ausencia será notable, más aún, en el contexto del arribo de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos de América y el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas que lanzó, como uno de sus legados más relevantes, el Presidente Obama.
Aún quedan pendientes el fin del bloqueo a la isla y la devolución de la soberanía de Guantánamo. Ambos asuntos requieren de la concurrencia del Congreso frente al nuevo contexto en el que la mayoría de ambas Cámaras residen en Representantes y Senadores del Partido Republicano.
El Presidente Obama, previo a la elección presidencial lanzó una directiva para trazar el mapa de ruta en la normalización de las relaciones entre la Unión Americana y la República de Cuba. Incluyen seis directrices como la interacción entre los gobiernos que supone mantener e incrementar el diálogo al más alto nivel en todos los rubros de la relación, como es la economía, el medio ambiente, la educación y los derechos humanos. La vinculación y conectividad para lograr la interacción entre los pueblos a través de las organizaciones de la sociedad, las expresiones culturales y el sector privado, remarca la importancia de la conectividad mediante las nuevas tecnologías. La expansión del comercio entre los dos países es una directriz muy importante para los Estados Unidos. El Presidente Obama apostó a derogar las leyes que prohíben, so pena de sanción a las empresas, comerciar con Cuba, sin poder conseguirlo. La importancia de generar un sector privado fuerte, en Cuba, ha sido la apuesta que ahora pareciera más difícil de lograr. La cuarta directiva es respaldar la reforma económica del país caribeño que durante la última reunión del Partido Comunista en Cuba, no logró el empuje que se esperaba. La quinta es impulsar el respeto a los derechos humanos y los valores democráticos, sin imponer el sistema político de partido único, pero con la solicitud expresa de que la situación de los derechos humanos de los ciudadanos mejore. La última directriz es integrar a Cuba a los sistemas multilaterales en la región. Actualmente, el país de la gente alegre no participa en la Organización de Estados Americanos sin embargo, su Presidente Raúl Castro, ha afirmado que no tiene interés en regresar al organismo multilateral regional y mantiene su participación como miembro de pleno derecho y como observador en todos los demás mecanismos de integración regional como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Es importante señalar que en la agenda de la CELAC esta el constituirse como el organismo regional vinculante que sustituya a la OEA, excluyendo a los Estados Unidos y Canadá.
Ante esta nueva realidad, las expectativas de que el proceso de normalización se consolide son poco alentadoras.