Cada miércoles, desde junio de 2021, la antropóloga social Ana Elizabeth García Vilchis, encargada de redes de la Presidencia, sube a los estrados de su tribunal, a los que serán enjuiciados sumariamente en la sección “Quién es quién en las mentiras de la semana”.
Sin posibilidad de réplica o aclaración, periodistas y medios son juzgados como mentirosos, calumniadores y enemigos de la cuarta transformación, simplemente porque así los considera ese tribunal especial.
Con el anglicismo Fake News, los miércoles se presentan en la mañanera, las noticias que el equipo de la ex candidata a diputada suplente poblana califica como falsas.
Independientemente del fallo del formato, mismo que no brinda la posibilidad que en el mismo espacio se conceda el derecho de réplica al reportero, al comunicador o al articulista, la calificación de noticia falsa le quita credibilidad al periodismo serio, y lo coloca en el primer plano de las críticas y la censura por su trabajo y además expuesto a que algún fanático atente en contra de su seguridad física.
Es cierto que en el mundo de las noticias hay muchas que por no confirmarse quedan solo en rumores, pero también hay muchas otras que son ciertas y que tienen fuentes confirmadas, pero incomodan, por lo que la solución más cómoda es calificarlas como falsas por el solo hecho de así estimarlas este tribunalito.
Pero hay algo más de criticable a ese inopinado tribunal de las mentiras: los calificativos que se vierten hacia los periodistasson ofensas que lastiman el honor y causan daño moral, tema que abordé en mi artículo anterior aquí, en MILENIO.
Por ejemplo, en la conferencia matutina del pasado miércoles 30 de marzo, al referirse a la nota de la supuesta balacera en el aeropuerto internacional de Cancún, García Vilchis a los periodistas y reporteros les llamó “zopilotes”. Bastaba con desmentir la nota, presentar la verdadera, y asunto concluido, sin ofender, sin denostar, haciendo gala del poder de la censura.
Lucirse con el presidente no le da derecho a ofender a la señorita Vilchis. En su tribunal especial, debería concretarse a presentar a quienes siguen la transmisión, las evidencias que desmienten las noticias falsas, pero por ningún motivo debe usar esa tribuna para denostar y burlarse de quienes no tienen posibilidad de defenderse.
Exaltar los ánimos no lleva a nada bueno. El país está muy dividido, polarizado y violento; ya hay muchos crímenes contra periodistas. Es irresponsable atizar el fuego. El periodismo exige respeto.
Ana Elizabeth pierde su tiempo;en lugar de queda bien, haciéndola de jueza improvisada, mala comunicadora y pésima lectora, debiera regresar a la antropología. Al menos evitaría ser un manojo de nervios cada mañanera de los miércoles.
Abel Campirano