Por: Marcela Vanegas
Ilustración: Belén García Monroy, cortesía de Nexos
Para algunas autoras, como la filósofa Karen Warren, es posible considerar cuatro características principales en los ecofeminismos. En primer lugar, que son feministas, porque buscan distinguir y terminar los prejuicios dependientes de la masculinidad hegemónica blanca, heterosexual, propietaria y con capital económico. En segundo lugar, que son ecologistas, porque acentúan la urgencia de salvaguardar los ecosistemas y sus interacciones, reconociendo a los seres humanos como una parte más de la dimensión ambiental y no como el centro. En tercer lugar, que son multiculturales: incluyen en su análisis las interacciones complejas entre todos los sistemas sociales de opresión y dominación, y reconocen que el sexo, la raza y la clase atraviesan necesariamente la discusión ambiental; es decir, que las consecuencias del cambio climático no se experimentan de la misma manera siendo una mujer indígena de bajos recursos que siendo un varón norteamericano de clase media. Y, por último, que son plurales, porque rechazan de manera tácita las aproximaciones universalistas y esencialistas que abogan o proponen una “solución única”para todos los problemas socioecológicos complejos.
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