Ciudad de México /
Por Rubén Reséndiz
Ilustración: Víctor Solís
Negarse al proceso de la deliberación pública es claudicar a ventilar la demanda abierta, maximizar el alcance del mensaje, desmenuzar y zanjar una postura colectiva, dibujar con claridad al adversario político y negarse al encuentro de posibles alianzas que contribuyan para el alcance del objetivo en el horizonte. Cuando una sociedad de manera abierta se cuestiona cuáles valores adoptar y cuáles no, es el momento en que se revelan los espacios de oportunidad para acelerar el cambio. Es decir, al aceptar el reto del intercambio pedagógico sano y fuerte de la construcción en conjunto, es posible construir mayorías, alcanzar consensos y entonces avanzar.