Por:Juan Pablo Pardo-Guerra
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Por diseño, los ensayos clínicos con los que medimos la eficacia de medicamentos y tratamientos son increíblemente detallados, controlados y regulados. Los pacientes que participan de un ensayo clínico tienen que ser evaluados individualmente para garantizar que cumplen con ciertos parámetros de inclusión. El tratamiento es aleatorio y, generalmente, ni investigadores ni pacientes saben quién está recibiendo la medicina y quién el placebo. Los ensayos son registrados con agencias del gobierno —en México la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)— e indican meticulosamente el análisis y manejo de datos, el seguimiento a participantes y los procedimientos de inclusión y de consentimiento informado. Los kits distribuidos por Sedesa, sin embargo, no cumplían estas características. De hecho, ni la página de Cofepris ni la de ensayos clínicos del gobierno de los Estados Unidos tienen registro alguno de la intervención del gobierno de la CDMX.