Por: Melchor Sánchez Mendiola
Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos
A unos meses del lanzamiento de ChatGPT, ha ocurrido una explosión de reacciones en redes sociales académicas y estudiantiles, instituciones educativas y compañías tecnológicas, que van desde el pesimismo que predice que el profesorado será reemplazado por computadoras, que los exámenes pasarán a la historia y que no se podrán detectar trampas o plagios en las tareas, hasta escenarios más optimistas que anuncian una educación totalmente personalizada, más tiempo disponible para el personal docente y cambios disruptivos para una educación más justa y equitativa. La verdad es que realmente no se sabe cuál será el impacto de la IAG en la educación moderna, pero es razonable afirmar que no será menor. Aunque la herramienta es extraordinariamente sofisticada y es capaz de hacer muchas cosas mejor que nosotros, sigue siendo un proceso en construcción, con todos los matices que tienen las adopciones de tecnologías en diversos sectores de la sociedad. Hay que analizar con objetividad las opiniones apasionadas y a veces contradictorias de personalidades como Noam Chomsky y Bill Gates, ya que el tema requiere adoptar una postura abierta y de amplio criterio, las aristas que implica son muchas y complejas.