El año que llega no va a ser fácil para los mercados. Entre la cantidad récord de deuda corporativa, los conflictos comerciales entre Estados Unidos (EU) y China, y el hecho de que llevamos casi 10 años en un ciclo de recuperación —el momento en el que normalmente se producen las desaceleraciones económicas—, muchos de nosotros esperamos que la volatilidad del año pasado continúe, si no es que empeore.
Sin embargo, la administración de Donald Trump echó gasolina al fuego con una serie de errores no forzados, especialmente la politización de la Reserva Federal (Fed) por parte del presidente de EU.
Dejando a un lado los berrinches de Trump, se necesita un debate legítimo basado en datos sobre dónde debería ir la política monetaria en el corto plazo. Pero, incluso mientras el presidente y los inversionistas se aferran a la vieja narrativa de tasas bajas y dinero fácil, esperando que ese tipo de tácticas puedan durar unos trimestres más, la Fed se enfoca cada vez más en la economía real.
Varios gobernadores regionales de la Fed —entre ellos los de Boston, Dallas y Kansas City— le dan prioridad a otra función, menos conocida, del banco central: el desarrollo comunitario. Así como los bancos centrales intervinieron hace 10 años para estabilizar la economía a través de tasas bajas y compras masivas de activos, cuando los políticos batallaron para crear más estímulos fiscales, ahora intervienen para abordar problemas no en los mercados, sino en la economía real.
Si bien la Fed tiene el mandato de mantener bajo el nivel de desempleo y la inflación estable, también tiene la facultad de impulsar el crecimiento en las comunidades locales. Esto incluye desde iniciativas de política industrial en el cinturón del óxido (la franja industrial de EU), hasta ayudar a los inmigrantes en áreas deprimidas a iniciar negocios, impulsar la reforma educativa y alentar los esfuerzos para llevar la banda ancha a las áreas rurales.
Con el potencial de la política monetaria en gran medida agotado, y la falta de liderazgo político, el desarrollo de las comunidades es la única arma subutilizada que aún queda en el arsenal de la Reserva Federal. Y en los próximos años será cada vez más importante, ya que queda claro que los beneficios de esta recuperación no se distribuyeron de manera uniforme.
En Estados Unidos, un pequeño grupo de ciudades tomó la mayor parte de la productividad y los aumentos de crecimiento a lo largo de la década. Son el hogar de los grupos más grandes de capital humano y, por tanto, atraen a las empresas más productivas, en un ciclo multiplicador de concentración de riqueza en el país.
Solo 75 de los 3,000 condados de EU representan más de 50% del crecimiento del empleo en el país. En esta economía superestelar, los lugares que no cuentan con el ecosistema adecuado —escuelas decentes, conectividad digital, etcétera— no prosperan.
Esa es la razón por la que Robert Kaplan, jefe de la Fed de Dallas, me dijo que dedica la misma cantidad de tiempo Appointment a calcular cuántos bancos de alimentos y tiendas de licores hay en su región, que a pensar en las tasas de interés.
La Fed de Dallas trabaja con los líderes de la comunidad local para aumentar el acceso a los programas previos al jardín de niños y preparar a los estudiantes de preparatoria para la universidad.
Kaplan no es el único. En los últimos cinco años, la Fed de Boston llevó a cabo el desafío de Working Cities con socios públicos y privados, para reorganizar las antiguas regiones industriales. Esto incluye involucrarse con personas jóvenes que se considera que están en riesgo de cometer un delito; reactivar negocios propiedad de latinos, y reforzar el acceso a servicios de salud en comunidades en riesgo.
Este tipo de enfoque en la economía real, que fue una prioridad explícita durante el mandato de Janet Yellen como presidenta de la Fed, importará aún más en el futuro.
La tecnología y las disrupciones del mercado laboral van a dejar en el subempleo a gran parte de la fuerza laboral estadounidense, a menos que se fortalezcan los ecosistemas económicos locales. Eso tiene implicaciones importantes para la productividad nacional y el crecimiento económico, sin mencionar la política. Un país en el que un pequeño grupo de ciudades costeras representa la mayor parte de la riqueza nacional, no es estable.
Los últimos 10 años, la Fed se concentró en reforzar los mercados. Pero, independientemente de que decida detener las alzas de las tasas en los próximos meses, está claro que el poder de la política monetaria para apoyar a la economía real ha disminuido.
En lugar de un mejor liderazgo político, la tarea clave para los banqueros centrales en los próximos años podría ser poner manos a la obra y hacer el arduo trabajo de reforzar, no los mercados, sino la economía real.